Millonario florentino, destrozado por sus mastines guardianes
Franco Pagnotta, un joven y riquísimo industrial, ha sido despedazado en su lujoso chalé de Fiesole, el barrio más elegante de Florencia, por los cuatro perros que debían defender su persona y su riqueza.
No se trata sólo de un hecho de la crónica de sucesos. La opinión italiana se ha sentido sacudida y alarmada.
Es como si la gente hubiese tomado conciencia de repente de la psicosis en la que se empieza, a vivir, del miedo a la agresión, del terror a ser despojado de la riqueza.
La imagen del joven industrial florentino, que amaestraba con todas las técnicas posibles a sus cuatro «mastines napoletanos», para sentirse tranquilo y protegido, y que acabó en la madrugada de ayer desangrado y hecho pedazos en la fuente del jardín de su palacio, ha sido vista como el síntoma de una neurosis que está invadiendo hoy a los grandes millonarios, pero que podría contagiar mañana también a los menos ricos y hasta a la clase media, como afirman los psicólogos.
No existe medida para el miedo. Franco Pagnotta, conocidísimo en la aristocracia florentina, no se contentó con un solo perro feroz, quiso cuatro, aun sabiendo que estos animales en grupo son más peligrosos.
El joven vivía solo en su espléndido palacio. Era el propietario del famosísimo comercio de Florencia El Diablo Rosa. La noticia de la tragedia la dio el jardinero. El reloj de la víctima se había parado a las once y media de la noche, la hora exacta en que bajara al jardín a soltar sus perros.
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