Expectativa mundial ante los nuevos fármacos anticancerosos
Una oleada de llamadas telefónicas y cartas está siendo provocada por el anuncio, hecho por los medios de comunicación de masas, desde diversos puntos del planeta, de que nuevos productos químicos pueden estar a punto de resolver una de las más tremendas pesadillas de la humanidad actual: el cáncer. La atención despertada en todo el planeta por el Interferon, el AU-8 soviético, el Norgamem español o la droga israelí de David Rubin, son sólo un ejemplo de la activación internacional de la investigación científica para erradicar el cáncer, esta vez, a través de una de las más prometedoras vías de trabajo, la basada en la quimioterapia.
La lucha contra el cáncer ofrece varias alternativas, pero actual, mente se trabaja en todo el mundo en estas direcciones: cirugía, quimioterapia, empleo de radiactividad e inmunología. Todavía no se ha potenciado, sin embargo, a gran escala, la vía psicosomática, pese a que numerosos especialistas del campo de la psicología de las profundidades han apuntado la idea de que problemas de tipo emocional, como la depresión, propia de personas jubiladas o que han perdido el objeto amoroso o el sentido de la vida, podrían ser agentes activadores de ese proceso de autodestrucción orgánica que es el cáncer.Pero, consideraciones psicoanalíticas al margen, en el campo de la terapéutica objetiva y verificable contra el cáncer, propia de las ciencias empíricas, se constata que una de cada tres personas afectadas de cáncer puede alcanzar la curación. La vía quirúrgica y la radiológica han encontrado, al parecer, su techo. Un eminente especialista soviético declaraba recientemente a EL PAÍS que las posibilidades técnicas de la cirugía, mediante la extirpación de las masas tumorales, encuentran su techo en las limitaciones de la instrumentación quirúrgica, incluida la microscópica, y de las posibilidades de supervivencia de los pacientes a esas verdaderas carnicerías que son algunas intervenciones en personas cancerosas.
El reto bioquímico
El reto planteado, pues, a la investigación es el de la bioquímica: la elaboración de productos que ayuden al organismo, bien a destruir las células cancerosas, bien a reconstruirlas o bien a inmunizar al organismo frente a su posible aparición. Y aquí es donde incide el reciente anuncio mundial de la creación de nuevos y esperanzadores productos. ¿Estamos, tal vez, ante un nuevo bombardeo de productos mágicos, soluciones milagrosas, que encubren otras carencias? ¿Por qué no siendo el cáncer ni la única ni la más grave causa de mortalidad, suscita ese terror colectivo? ¿Por qué no plantear con el mismo rigor la lucha contra el tabaquismo, el alcoholismo, la accidentalidad o los problemas cardiovasculares?Abandonemos de nuevo la psicología y volvamos a la praxis de los laboratorios. El científico español Mario Gosálvez, creador del producto Norgamem, que inicia la revolucionaria vía quimioterapéutica de intentar que las células cancerosas dejen de serlo, en lugar de destruirlas y, con ellas, destruir también el debilitado organismo del paciente, acaba de declarar en el semanario Interviu algo así como una llamada de esperanza a los enfermos expresada en la frase «Aguanten, aguanten. En cinco años les curamos.»
Norgamem nos remite, de un modo relativamente similar, aunque distinto, al costosísimo Interferon y al esperanzador producto soviético AU-8, del que informó el pasado domingo el corresponsal de EL PAÍS en Moscú, Ismael López Muñoz. A raíz de la publicación en nuestro diario de la noticia de que millones de ciudadanos están siendo curados de cáncer en la URSS, decenas de personas se han dirigido a EL PAÍS solicitando más información. La embajada soviética en Madrid ha facilitado la poca información de que disponía a estas personas y algunas de ellas han optado por solicitar que sea la embajada española en la URSS la que se ocupe de recabar más información de las autoridades sanitarias de aquel país. Hemos podido saber que se pueden dirigir a B/OSA. Medexport, en la ciudad de Moscú- 11346 1, calle Ul. Kvjobka, 31. Teléfono 1210154.
Ahí están, pues, los nuevos fármacos contra el cáncer. Sólo la constante experimentación con estos y otros similares dará la respuesta definitiva a la petición mundial de solución al problema.
El común denominador de estos productos tal vez sea que se plantean la lucha contra el cáncer no en términos de destruir lo destruido, sino de repararlo. Norgamem, actuando sobre la membrana celular, puede devolver la normalidad a la célula cancerosa. Interferon interfiere el desarrollo del maligno mal y AU-8, sustancia hidrolítica natural que contiene casi todos los compuestos bioquímicos y moleculares que son indispensables para la existencia normal del organismo, ayuda a éste a sobrevivir. Una vía común dentro de la quimioterapia: ayudar al organismo a salir adelante por sí mismo, o, en palabras de Mario Gosálvez, «hacer que el cáncer sea un proceso reversible ».
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