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Reportaje:

Las exigencias de Paquirri, piedra de escándalo

Paquirri, aseguran, ha pedido por venir a torear a la feria de san Isidro seis millones de pesetas, que en realidad son doce porque actuaría dos tardes. El mundillo taurino se ha conmocionado con esta pretensión y ya hace resquebrajaduras. La exigencia produce un terremoto de comentarios descalificadores. Paquirri es piedra de escándalo en el planeta de los toros -que decía el maestro Cañabate.

Pero ¿quién dice que Paquirri no puede pedir seis millones o los que le plazca? Porque sin ir más lejos, en esa cifra está aproximadamente El Cordobés, ya nadie le extraña. ¡Ah, El Cordobés! Este ídolo, que evidentemente tiene carisma, debe de tener también bula para pedir la luna sin que nadie se lo reproche. Por la luna vendrá a la feria de san Isidro, tres tardes, y además toreando los hierros que son de su complacencia, seguramente acompañado de los diestros que le convengan, y a nadie, ni al empresario, le han parecido disparatadas las condiciones de su contratación.

Un año más, a Paquirri no le dejan pedir lo que cree es justo, tal como está el «mercado» de figuras. Parece que hay mala memoria. Las pasadas corridas falleras fueron una experiencia que el diestro de Barbate habrá tenido en cuenta. Por ejemplo, en dos días propicios para hacer las mejores taquillas -sábado y domingo- El Cordobés, a quien acompañaban en el cartel los «paulas», «capeas», «palomos», etcétera, sólo consiguió que hubiera en la plaza tres cuartos de entrada. Casi lo mismo que el lunes con los novilleros, y bastante menos que al día siguiente. que hubo un llenazón, al anuncio de Paquirri, con Manzanares y Dámaso González.

Y no sólo eso, sino que el barbateño se justificó, jugándose el tipo frente a los encastados «torrestrellas» y acabó triunfando en toda la línea, merced a una actuación completa con capote, banderillas y muleta, en la cual hubo momentos de verdadera emoción y calidad, refrendados con la ejecución perfecta del volapié. Un torero que llena la plaza, que se entrega y que se erige en triunfador de la corrida e incluso de toda la feria, está en condiciones de exigir.

Otra cosa es la repercusión que tendría en los precios de las localidades la contratación de Paquirri, la contratación verdaderamente fabulosa de Paquirri, como suponemos habrá de tenerla la de El Cordobés. Pero rasgarse las vestiduras por este motivo es ahora una vana actitud, muy cercana a la demagogia, cuando en realidad las pretensiones económicas de un torero, que indudablemente pone en juego su futuro al pisar el ruedo de Las Ventas y su vida, por altas que sean, no suponen prácticamente nada frente a esos 162 millones de pesetas que se lleva todos los años la Diputación de Madrid, en su condición de arrendadora de la plaza. Ni Paquirri, ni El Cordobés, ni nadie encarecen el espectáculo. Lo encarece la Diputación, cuyos rectores, por añadidura, son incapaces de promocionar la fiesta, a pesar de que no paran de hablar de ello.

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