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Sisa se despide hoy del público madrileño

Durante dos semanas, en la sala madrileña Olimpia, la compañía teatral Dagoll Dagom ha presentado con enorme éxito la obra de Pere Calders titulada Antaviana. El cantante Jaume Sisa, compositor e intérprete de dicha obra, traza aquí el balance de esta experiencia escénica que finaliza hoy en Madrid para, de nuevo, ir a Barcelona.Una obra perfecta, perversamente amable, montada con ternura, dirigida a conciencia e interpretada a base de inteligencia y chispa. Entre los artífices del milagro, el insólito Jaume Sisa. El creó la música para Antaviana. Pero, no conforme con eso, empezó a figurar, desde el pasado mes de enero, como intérprete refinado y grotesco: «En Madrid, por necesidades de programación, sólo hemos podido actuar durante quince días. Sin embargo, la obra ya fue un gran éxito en Barcelona, donde se ha representado a lo largo de dos meses y a donde vuelve ahora. Yo no puedo seguir por largo tiempo en el escenario, ya que se acerca el verano y he de preparar mis recitales, regresar a lo mío y preparar un nuevo, disco para el otoño.»

Hace unos días, precisamente, acaba de aparecer un elepé suyo, grabado con el grupo Melodrama, donde ofrece nuevas versiones de antiguos temas e introduce dos novedades: Imatges de Juliol y No emportis maletes.

El público que acude al teatro recibe como suculenta propina la presencia disparatada del cantante: «En realidad, lo que me agrada es que tengo un papel pequeño. Mi misión esencial es servir de puente entre los actores y los músicos.» Desde esa posición intermedia, Sisa habla de Antaviana casi como un espectador: «Los cuentos de Pere Calders son muy entretenidos. Salen ladrones, hadas, palmeras, barcos, asesinos, un arlequín... Y hasta nieva. Son personajes de fábula. » Una fábula susurrada de oreja a oreja, puesto que los que llenan la sala del Olimpia no han contado con mucha información para enterarse de¡ prodigio: «Es asombroso, sí, ver cómo la gente llega a vemos sin que los medios de difusión se hayan interesado apenas por nosotros. »

Esa desinformación y la propia ubicación de la sala han creado una especie de toque selectivo: «En Barcelona iba un tipo de público más amplio, donde la clase media era mayoritaria. Aquí han venido jóvenes estudiantes con pasta, y para de contar. Hay otro público potencial que ni siquiera se ha enterado de nuestra presencia. Para colmo, la sala donde actuamos tiene un sello algo marginal. »

Una lástima, ya que Antaviana mezcla a las mil maravillas no sólo la acidez y la bondad, sino la comprensión y el delirio. Como el propio cantante resume en su canción: «Si salgo vivo del hospital, / te amaré en la cocina. / Tu amor apasionado / me convenció de la verdad. / Vecina de las flores, vecina de mi amor, / si no tienes perro ni tampoco gatito, / te diré que estoy por tus huesecitos. / Pero no vuelvas a hacer eso: / tirarme un tiesto desde el balcón. / No quiero morir de amor / bajo un manojo de geranios o claveles.»

Antaviana, basada en cuentos del escritor catalán Pere Calders, con montaje del grupo Dagoll-Dagom, se ha representado también en Madrid, en la misma versión castellana de Feliú Formosa, sin la presencia en directo de la música y canciones de Sisa.

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