El presidente italiano preside una gigantesca manifestación antiterrorista en Roma
Pocas horas después de que Roma fuese ayer escenario de una imponente manifestación antiterrorista, presidida por el propio presidente de la República, Sandro Pertini, unos desconocidos -en principio se pensó en las Brigadas Rojas, pero luego éstas lo desmintieron- asesinaban a tres carabineros en el interior de un autocar, en Turín. Las Brigadas Rojas tirotearon también ayer a un profesor de Derecho, en Génova.
El alcalde comunista Luigi Petroselli entregó al presidente Pertini un álbum con más de un millón de firmas de ciudadanos de la capital contra la violencia política. Estas firmas habían sido recogidas en todos los barrios de la ciudad durante las últimas semanas, en conferencias y debates sobre el tema del terrorismo y la respuesta democrática que la capital desea dar a este fenómeno, cada día más grave.A la manifestación que se celebró en Porta San Paolo asistieron más de 300.000 personas, después de haber recorrido en dos cortejos las calles del centro. Toda la ciudad quedó voluntariamente paralizada. Los magistrados suspendieron las audiencias y el ministro de Educación autorizó cerrar la universidad y las escuelas. Todos los sindicatos invitaron a los trabajadores a participar en la manifestación. Las tiendas cerraron en un 90%. La adhesión de los partidos fue masiva, e incluso los grupos de la izquierda extraparlamentaria, que no habían firmado la convocatoria, quisieron asistir a la manifestación como condena del terrorismo político.
Hablaron, además del presidente Pertini y el alcalde Petroselli, el padre de Valerio Verbano, cuyo hijo ha sido asesinado por un grupo fascista en su casa, ante sus propios ojos y los de su mujer, y la hija del carabinero Romiti, asesinado por las Brigadas Rojas.
Quizá haya sido la primera vez que también la Iglesia ha hecho una llamada a los católicos de la ciudad para que se sumaran a una manifestación organizada por el alcalde comunista. Lo dijo con estas palabras el cardenal Ugo Poletti, vicario de Roma: «Fuera de toda instrumentación, la comunidad eclesial desea realizar un acto de amor a su ciudad en un momento de particular dolor y humillación.»
En una mañana fría y lluviosa, Roma se parecía más a Milán que a la «capital del sol». Pero los romanos salieron a la calle con sus paraguas. Los observadores afirmaron que nunca hubo tanto consenso en una manifestación política. Los extremistas añadieron que «hasta demasiado», porque «no responde a la realidad política tan lacerada». Pero lo cierto es que ha sido la demostración más palpable de que el terrorismo político en Italia no tiene un auténtico consenso popular y de masas. La gente prefiere la paz y el orden.
Por otra parte, con extraordinaria celeridad, el presidente de la República, Sandro Pertini, encargó, en la mañana del domingo, al primer ministro dimisionario, Francesco Cossiga, la formación de un nuevo Gobierno. Eljefe del Estado le dio un mandato amplio para la formación de un Gobierno «estable», de amplia mayoría parlamentaria en la línea de «solidaridad nacional».
En realidad, Cossiga había sido señalado no sólo por los democristianos de su partido, sino también por otros líderes políticos consultados por Pertini. El nuevo presidente encargado empezó ayer mismo sus consultas con los partidos. Las hipótesis referentes a las posibles formas de Gobierno son las siguientes: un «pentapartido» (democristianos, socialistas, socialdemócratas, republicanos y liberales) con presidencia socialista. En este caso, Cossiga tendría que renunciar a su encargo. A esta fórmula se oponen socialdemócratas y liberales.
La otra hipótesis es un Gobierno bicolor Democracia Cristiana-Socialistas, con el apoyo republicano, o un tripartido: democristianos, socialistas y republicanos.
Los comunistas han afirmado que seguirán en la oposición hasta que no se les permita entrar en el Gobierno, pero han añadido que esta oposición será muy distinta con una u otra solución de Gobierno y, sobre todo, según el programa que sea presentado.
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