Juan Pablo II convoca a los obispos ucranianos a un sínodo en Roma
Juan Pablo II anunció el martes, cogiendo de sorpresa a todos los observadores e informadores internacionales, la convocatoria en Roma de un sínodo de la Iglesia ucraniana. Un sínodo casi de urgencia, ya que ha sido convocado para el día 24 próximo.
Fuentes vaticanas afirmaban ayer que sobre este sínodo no se sabe prácticamente nada y que puede durar tres días o tres meses. La única cosa cierta es que se celebrará con el máximo secreto. La noticia fue dada simultáneamente en el Vaticano y en todos los países donde existen obispos católicos de rito bizantino-ucraniano. En estos países, el anuncio fue hecho por los respectivos nuncios apostólicos.En el Vaticano, el portavoz oficial, Romeo Panciroli, afirmó que se trata de un sínodo de una Iglesia local y que lo ha convocado el Papa porque se trata de una Iglesia que vive en la diáspora sin un territorio geográfico. Es como si el Papa les hubiese prestado el Vaticano para que estos veinte obispos, que representan a dos millones de fieles, puedan celebrar un sínodo.
Pero lo cierto es que estos ucranianos, capitaneados por el anciano y batallador cardenal Slipyj, se habían reunido todos estos años en Roma para celebrar un sínodo que la Santa Sede nunca reconoció. Es esta la primera vez que el Papa los convoca oficialmente.
Se trata de la comunidad católica más antisoviética que existe y que en algunos momentos ha dado la sensación de amenazar con un cisma. Ha luchado siempre para que el cardenal Slipyj, que había vivido dieciocho años en Siberia y lleva otros dieciocho en Roma «como prisionero», según afirman polémicamente estos católicos, fuera reconocido como «patriarca», cosa que ningún Papa ha querido hacer hasta el momento.
Las primeras preguntas que se han hecho los observadores es qué puede significar la convocatoria de este sínodo en el momento en que dos importantes cardenales de la Iglesia están en Pekín y otro en Moscú. ¿Se tratará, interrogan algunos, de darle un reconocimiento especial a la comunidad más anticomunista de la Iglesia precisamente en el momento en que el papa Wojtyla desea abrir negociaciones con China y Rusia9 ¿Se tratará, más bien, de darles a los rusos el regalo de «poner en cintura» a esta comunidad inquieta y que siempre ha sido como una espina, tanto para las autoridades soviéticas como para el patriarcado ortodoxo ruso?
Lo cierto es que precisamente hace unos meses surgió una polémica entre el metropolita ruso Pimen y el Vaticano. Juan Pablo II había mandado una carta al cardenal Slipyj con motivo de la preparación del milenario de la Iglesia ucraniana. Esta carta disgustó mucho a los ortodoxos rusos y el metropolita escribió una carta muy dura y polémica al cardenal Willbrands, presidente del Secretariado para la Unidad de los Cristianos, el cual está precisamente estos días en Rusia con una delegación de teólogos.
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