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La efervescencia musulmana compromete la estabilidad del régimen sirio

El régimen sirio pasa por los momentos más críticos de su existencia, aun cuando acaba de celebrar el decimoséptimo aniversario de la subida al poder del Partido Baas.

Acosado desde hace semanas, y particularmente en estos últimos quince días, por una oposición dirigida por la temible fraternidad integrista de los hermanos musulmanes, el régimen del presidente Hafez el Assad se prepara para enfrentarse con una prueba de fuerza, cuyo resultado puede ser decisivo. Está movilizando a las masas populares contra la burguesía, a la que sospecha de complicidad activa o pasiva con los causantes de la inquietud.Con este objeto ha convocado desde el comienzo de la semana varios congresos populares y decidido la formación de milicias armadas. Los dirigentes sindicalistas han dejado ya Damasco para movilizar esas milicias. El viernes, día del Señor en tierra islámica, todas las mezquitas resonaron con exhortaciones a la unión nacional.

La radio pide sin cesar vigilancia y denuncia la conducta de «norteamericanos, israelíes y Sadat» contra Siria. Las unidades sirias que operan en Líbano como parte de la Fuerza Arabe de Disuasión apresuran su concentración. Estas unidades cuentan entre las mejores del Ejército sirio. El Gobierno quiere, evidentemente, poner fin a su dispersión inútil en Líbano.

La inquietud comenzó en provincias y fue extendiéndose poco a poco a la capital. En Alepo, a trescientos kilómetros de Damasco, antigua ciudad sunnita (el poder, en Siria, está esencialmente en manos alauitas), cerca de la frontera turca.

Obedeciendo a una consigna de los hermanos musulmanes, mercados y tiendas están cerrados desde el 10 de marzo. Los funcionarios ya no van a sus oficinas. Manifestaciones violentas se suceden y las oficinas de las líneas aéreas sirias, de Aeroflot y de las cooperativas estatales han sido saqueadas y automóviles oficiales incendiados. Los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas del orden han causado muertos. Se ha impuesto el toque de queda de las seis de la tarde a las seis de la madrugada.

Según las noticias más recientes, la guarnición ha quedado prácticamente cercada en la ciudadela, situada en el corazón de la ciudad vieja, y es abastecida por helicópteros. La efervescencia ha llegado a Hama y Homs, más al Sur, en la carretera de Damasco, alcanzando, finalmente, a la capital misma.

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El jefe del Estado, general de aviación Hafez el Assad, de 52 años, que subió al poder en 1970, acusa formalmente a Estados Unidos, Israel y al presidente Sadat de ser causa de estos sucesos. La prensa siria acusa a las falanges libanesas (milicias conservadoras cristianas) de entrenar a los hermanos musulmanes, lo que las falanges desmienten formalmente.

Siria es el eje de la alianza antiegipcia y sigue siendo el último sostén de la URSS en la región.

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