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Crítica:LOS CONCIERTOS DEL REAL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Francisco Valls, un barroco español

Hace un par de años escribimos desde el Festival de Saintes sobre la célebre Misa Scala Aretina, de Francisco Valls, cuya transcripción y realización del «continuo» acababa de entregar José López Calo a la Editora Novello, de Londres. El prestigioso musicólogo hizo así posible lo que tantas veces pedimos: musicología viva o práctica que permite la reincorporación al repertorio de páginas fundamentales de nuestra historia musical.Pocas polémicas musicales habrán alcanzado una virulencia como la provocada por esta excelente Misa o, para ser concretos, por un detalle de ella: la entrada a distancia de novena de un Miserere nobis por parte del segundo tiple, amén de una cierta utilización de la «pausa», usos contrarios a las tradiciones de Cerone y dictados de Nasarre, alguno de cuyos discípulos -como el organista de Granada, Martínez- hizo causa común con los adversarios de Valls, encabezados, con increíble ardor, por Joaquín Martínez, organista de Palencia. La polémica duró, con los lógicos altibajos, más de veintidós años, desde 1715 hasta más allá de 1737, según anota Pedrell, y en ella intervinieron 57 maestros de capilla y organistas de diferentes ciudades españolas, con escritos privados y públicos e, incluso, con obras teóricas. En el fondo, se trataba de uno de tantos enfrentamientos entre «reaccionarios» o «inmovilistas» y «modernos» o «evolucionistas», pues, por el detalle origen de la discusión no habría sido posible mantenerla, ya que el propio Valls, en la contestación a las impugnaciones de Martínez, se encargó de demostrar como otros autores se habían permitido, con excelentes resultados, la misma «licencia» antes que él, y hasta señaló infidelidades al «dogma» por parte de su propio y principal oponente. Menéndez y Pelayo recoge ampliamente el asunto en la Historia de las ideas estéticas, gracias a la colaboración de Barbieri, sin la cual -escribió don Marcelino- le habría sido imposible dar remate a la dificil parte musical de su obra. Enumera Barbieri, con todo detalle, quiénes y cómo intervinieron en la polémica, también denominada «cuestión de Zamora», y queda a las claras la división en dos bandos bastante equilibrados, más un pequeño grupo que califica de «indecisos». Las razones de Valls sobrepasan la defensa de su pasaje para adoptar principios más generales cuando dice: «Si todo lo hubieran visto los antiguos, poco nos quedaba que inventar a los modernos» o «Es el fin la regla de las reglas, y como se logre aquél, antes ceder y callar éstas como criadas. »

Coro Nacional y Orquesta de Cámara Española

Director Coro: José de Felipe. Director: Max Bragado Darman. Solistas: Young. Hee Kim Lee, María Aragón, Tomás Cabrera y Luis Alvarez. Obras de Valls y Mozart. 4 de marzo.

Tal recuerda López Calo en la nota de programa, una polémica de tal calibre trascendió fuera de nuestras fronteras y así la encontramos registrada en todos los tratadistas o historiadores de alguna importancia. Lo cierto es que Valls -que en su vejez debía legarnos su tratado Mapa armónico- fue un excelente compositor, uno de los verdaderamente significativos del barroco español. Con la Scala aretina, otra misa (Misa regalis), que se conserva en la Biblioteca de Cataluña, nos da muestra de su talento, al lado de muchas páginas religiosas. Muerto en junio de 1747, calcula Pedrell que Valls debió nacer hacia 1677 (la Misa Regalis fue escrita cuando su autor era septuagenario, en 1740) y López Calo da la fecha aproximada de 1672. Fue maestro Valls en Santa María del Mar y en la catedral de Barcelona.

La Misa Scala A retina, para tres coros y un coro instrumental, es por sí misma, y gracias a la realización de López Calo, una página variada, transparente, concisa, plena de hermosura, que recoge y modifica tradiciones estéticas y de lenguaje propias de las escuelas españolas, tanto en sus valores armónicos como en los de su comedido contrapuntismo. Sobre todo, posee una intimidad expresiva que desdeña lo teatral y se inserta en el más auténtico pensamiento de los autores catalanes de toda época.

El concierto del Coro y Orquesta de Cámara Española en el que, con las Vesperae solemnes de confessore, de Mozart, se interpretó la Misa, de Valls, presentaba en Madrid un director español residente en Estados Unidos y otro, el maestro de coros, regresado a España recientemente, después de vivir, formarse y ejercer su profesión en la Unión Soviética. Se trata de Max Bragado Darman y José de Felipe. Por lo escuchado, y aun teniendo en cuenta el régimen de ensayos imperante, un tanto restrictivo, uno y otro son auténticos valores. El coro estuvo preparado con musicalidad y exacta calibración de planos y dinámicas. El conjunto fue llevado por Max Bragado con dominio, técnica clara y flexible y excelente criterio. Esperamos nuevos contactos con ambos músicos, que en esta ocasión mostraron méritos evidentes. Así lo reconoció el público con largos aplausos que alcanzaron a los solistas y, de modo particular, a la soprano coreana Young Hee Kini Lee, de tan bella voz y depurado estilo. María Aragón, Tomás Cabrera y Luis Alvarez cumplieron muy acertadamente sus cometidos, así como el organista Anselmo Serna.

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