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Los socialistas europeos buscan una estrategia contra la derecha

Soledad Gallego-Díaz

Los partidos socialistas y socialdemócratas de los nueve países miembros de la CEE intentan elaborar una estrategia común contra la derecha en Europa. Una estrategia basada en la denuncia del «embargo sutil de la democracia y de las libertades» por parte de aquélla, y en el convencimiento de que sólo los socialistas soncapaces de profundizar en esas libertades y de abrir nuevos espacios. Con este lema se inauguró ayer en Luxemburgo el XI Congreso de la Unión Europea de Partidos Socialistas, al que están también invitados representantes de los partidos socialistas de los tres países candidatos a la adhesión al Mercado Común: España, Grecia y Portugal.

El «plato fuerte» de la sesión inaugural se encomendó al secretario general del Partido Socialista francés, François Mitterrand, quien pronunció una conferencia sobre «los nuevos espacios de la libertad». Su intervención resultó, sin embargo, desdibujada y triste. Se limitó casi a enumerar cansadamente la lista, interminable lista, de los muchos aspectos en los que las libertades pueden ser profundizadas.La intervención más interesante fue la de Robert Krieps, del Partido Socialista Obrero de Luxemburgo, quien reflejó el asombro y la desilusión de los partidos de izquierda europeos ante el hecho de que, en plena crisis económica, sea la derecha quien mayor beneficio electoral saca. El señor Krips afirmó que la derecha, desde el poder, explota el miedo y el sentimiento de inseguridad de los ciudadanos, hasta el extremo de crear una psicosis incompatible con el papel que desempeña un ciudadano en una auténtica democracia. Dibujó un panorama en el que las libertades individuales quedan seriamente amenazadas y recordó que Europa estaba siendo escenario del nacimiento de una nueva derecha «modernista, europea, racista: fascista y seudo científica», que consterna a la izquierda tanto como a la derecha tradicional y que causa indignación y sorpresa. « La amenaza de la derecha en Europa», añadió, «es real y encuentra terreno abonado en la depresión económica y en el sentimiento de alienación de los ciudadanos frente a un poder estático en el que no participan y que les ignora.

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