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Ochocientos muertos, balance de la rebelión de Kabul

Ayer se registraron nuevos intercambios de disparos en la capital afgana, al tiempo que la mayoría de las tiendas cerraron en señal de protesta por la presencia de soldados soviéticos en el país.Las calles de Kabul siguen patrulladas por soldados soviéticos, afganos y por milicias del Partido Comunista, tras la insurrección antisoviética del viernes pasado, en la que murieron unas ochocientas personas, y que provocó la imposición de la ley marcial en la capital.

Fuentes diplomáticas occidentales informaron que unos quince tanques y vehículos blindados soviéticos se encuentran también frente a los principales edificios de Kabul y en el barrio de Afshar, escenario de la insurrección del viernes.

Al mismo tiempo, han salido de Kabul dos grandes columnas de vehículos blindados hacia el Oeste y el Sur, donde se han registrado los últimos enfrentamientos entre rebeldes y el Ejército.

Ayer solamente abrieron en Kabul las tiendas de artículos perecederos, junto a las que patrullaban las milicias armadas del partido en el poder. Diplomáticos occidentales informan que algunos funcionarios públicos, sobre todo los pertenecientes a ministerios, se han unido a la huelga.

A pesar de los disparos aislados, Kabul permanece en relativa calma desde el domingo por la noche, cuando algunas personas subieron a los tejados de las casas gritando «Alá o ajbar» («Dios es grande»).

Aunque las autoridades afganas no han dado ninguna cifra oficial sobre el número de muertes en estos días, las ochocientas facilitadas por los hospitales de la capital parecen corresponder tanto a simpatizantes de los rebeldes musulmanes, que convocaron la huelga, como a soldados regulares y a manifestantes civiles.

Un grupo de periodistas que ayer recorrió Kabul manifestó que un edificio de cinco pisos se había hundido por disparos de cañón. Otros muchos edificios mostraban estragos de los combates, se habían levantado barricadas con adoquines y unos quince camiones habían sido volcados e incendiados.

El Gobierno afgano anunció ayer la detención de otros seis paquistaníes infiltrados, a los que se acusa de haber provocado los disturbios del viernes. La noticia se produce después de que el domingo Radio Kabul anunciase la detención de dieciséis paquistaníes y de un hombre llamado Robert Lezard, al parecer miembro de los servicios secretos norteamericanos (CIA)

Aunque el Gobierno ha hecho un llamamiento a la población para que se una contra los infiltrados, los diplomáticos extranjeros han expresado su sorpresa porque el propio presidente Babrak Karmal no haya comparecido personalmente ante la radio o la televisión.

El viernes por la noche, tras la imposición de la ley marcial, la televisión anunció un discurso del presidente, pero en lugar de hablar de los últimos acontecimientos, se refirió a la política agraria de su Gobierno.

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