El azar y el desafío
A pesar del dossier de prensa y propaganda que acompaña al lanzamiento de esta película, y en el que viene a tratarse poco menos que de imbéciles a aquellos que no lleguen a aceptarla; a pesar de que, según se nos explica, se trate de un filme fuera de lo normal y fracasado comercialmente, de la contracultura y del prestigio de Esquire y Molina Foix; no obstante Cashiers de cinema, Positif, Sight and sound y las 44 páginas escritas o traducidas a un casteMano en el que no falta el consabido «es por eso que »; a pesar de tanta exégesis, ficha técnica y,artística, entrevistas, biografias, mezcla de información y pedantería, Carretera asfaltada etc., puede verse, aunque sólo sea como homenaje a uno de esos contados realizadores americanos fieles a sí mismos, a una norma que acaba por convertirlos en margi nales.Los corredores de fórmula 1 vienen a parecerse a los héroes de nuestro planeta de los toros. Unos y otros corren su riesgo cada tarde, saben lo que se juegan y procuran compensar el importe de su vida a fuerza de contratos. Así van temporada tras temporada, unos y otros, circuito tras plaza, hasta que un accidente, una cornada o el trance definitivo de la muerte pone fin a sus sueños de grandeza.
Carretera asfaltada de dos direcciones
Dirección: Monte Hellman. Guión: Will Corry y Rudolph Wurlitzer. Fotografía:Jack Deerson. Intérpretes: James Taylor, Warren Gates, Laurie Brird, Dennis Wilson, David Brake, Richard Ruth. Dramático. Color. EE UU. Local de estreno: Alphaville 1.
Así, estos héroes de Martin Hellman, con sus locos cacharros preparados para competir en ferias provincianas, recuerdan a esos otros de las capeas de los pueblos, cara oculta, nocturna muchas veces, del otro esplendor, que acaba con una buena retirada a tiempo. Estos hombres no se retiran nunca; solitarios, viajeros, trashumantes, nacidos para perder en apariencia, no parecen pedirle al destino demasiado.
Quizá su realizador, también a medias entre el azar y el desafío, resulte parecido en su ambición, en su forma de entender el cine, más afín a la crítica que a un público capaz de asegurarle otras victorias con mayores posibilidades económicas. Quizá en sí resulte a su vez tan unilateral, capaz de fatigar a amigos y enemigos, volviendo tercamente sobre palabras y situaciones. Lo que resulta evidente es que sobre él pesan sus obsesiones literarias desde su origen teatral a Robbe Grillet, y que esta carga hace que una especial monotonía se alterne a lo largo de su carretera asfaltada con la aventura y perpetuo desafío de unos seres cuyos caminos han servido en numerosas ocasiones, y dentro de muy diversos géneros, para ofrecernos la entraña de un país.