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Apertura del Festival de Cine de Berlín sin tensiones políticas

El director del certamen asegura la proyección de "El crimen de Cuenca"

ENVIADO ESPECIAL, El Festival Internacional de Cinel de Berlín, que este año-cumple su trigésima edición, se inauguró el lunes por la noche sin las tensiones políticas que caracterizaban a ediciones anteriores. Su nuevo director, el suizo Moritz de Hadels, quiere que este festival sea, por encima de todas las tensiones, «un encuentro de la cultura y 1 economía, un desarrollo del cine, con todo lo que esto representa como potencial de expresión, de arte y de interés económico». Bajo esta perspectiva se proyectó la primera película, El precio de sobrevivir, del alemán federal Hans Noever.

Si bien este año el clima de tirantez Este-Oeste no ha alcanzado los niveles del año anterior, cuando se retiraron todos los participantes de la República Democrática Alemana, y con ellos los de los países del Este, por haberse exibido la película El cazador, de Cimino, referida a la guerra de Vietnam, han precedido a la inauguración del festival algunos hechos que de alguna manera enrarecen también el ambiente. Para empezar, unos días antes del festival fue retirada de competición la película Los años maravillosos, del alemán Reiner Kurize, por miedo a que provocara problemas con el Este, dado que el filme narra la situación de la juventud en la República Democrática Alemana. Varios grupos, sobre todo de jóvenes liberales alemanes, protestaron por la práctica de esta autocensura dentro del festival.Coincidiendo también con la inauguración del festival,, apareció ayer muerto por sobredosis el actor de Alemania del Este Klaus Brasch, una de las estrellas de la película candidata a los máximos premios, Solo Sunny, que entrará en competición a lo largo de esta semana en el festival. Klaus Brasch es el hermano del escritor de 34 años Thomas Brasch, que vive en Berlín Oeste. El primero interpreta en Solo Sunny el papel de amigo de una trabajadora de fábrica que quiere llegar a ser cantante sin llegar a conseguirlo. El director del filme es Konrad Wolf.

Otro punto conflictivo, aunque no para la organización del festival, pero sí para España, por las repercusiones que puede tener, es la anunciada exhibición entre las películas de competición de El crimen de Cuenca, la película de Pilar Miró que tantos problemas tiene con la jurisdicción militar. El director del festival, Moritz de Ha deln, ha asegurado que la película se proyectará y que competirá, aun que lo cierto es que todavía no se ha instalado en el centro de exposiciones del festival el stand comercial de la única película española (además de un corto de Alvaro del Amo) que concurre a uno de los principales festivales de cine europeos y mundiales.

Dejando aparte tensiones ambientales, en la presente edición del festival está programada la exhibición de más de 230 películas, que se pasarán en doble sesión. Además, unas trescientas producciones del Este y del Oeste podrán ser examinadas por el público especializado en una especie de feria, de exposición de películas, que se ha montado dentro del festival.

El lote total de películas se reparten en varias secciones que se refieren a las de concurso, Foro Internacional del Cine Joven, re trospectiva dedicada en especial a Billy Wilder y al cine tridimensional, películas para niños y nuevo cine alemán.

Algunos especialistas han calificado a priori este festival, a la vista de las películas presentadas, como el final de la concurrencia y la consolidación de un entendimiento entre todas las tendencias. Sin embargo, en el festival están presentes con sus últimas películas algunos grandes nombres, como el polaco Andrezj Wajda, del que se exhibirá El director, o el italiano Marco Ferreri, que concurre con Mi refugio. La República Federal de Alemania aportará, además del filme inaugural, El precio de sobrevivir, otras dos películas: Madre palada, de Helma Sanders, y Palermo o Wolfsburg, de Werner Schroeter.

Francia está representada con una coprodurción franco-alemana dirigida por Bertrand Tavernier ( Muerte en directo) y con Voyage en Couce, de Michel Deville. La Unión Soviética ha mandado el filme de Wladimir Menshow Moscú no cree en las lágrimas; Israel acude con Tránsito, de Daniel Waclisman. Así hasta veintidós películas.

El jurado internacional del festival, compuesto por Betsy Blair (EEUU), Ingrid Thulin (Suecia), Mahieu Carriere (República Federal de Alemania), Alberto Isaac (México), Peter Kern (Austria), Karoly Makk (Hungría), Alexander Mitta (URSS), Alexander Trauner (Francia) y Angel Wagenstein (Bulgaria), ya ha comenzado sus deliberaciones. Las prímeras películas que ha tenido que calificar han sido el ya citado El precio de sobrevivir, Rabentanz (producción sueco-filandesa de Markku Lelimuskallio) y Tránsito, del israelita Daniel Waclisman.

En El precio de sobrevivir, el alemán Hans Noever narra una historia de un empleado de una empresa de electrónica que, tras recibir la carta de despido que le da una computadora, mata a los cinco jefes responsables de la máquina. La policía le interna, no como asesino, sino como loco. «Es la historia», dice el director, «de un hombre cuyo trabajo está marcado simplemente por las especulaciones de un ordenador.» Uno de los principales papeles de la película es interpretado por el francés Michel Piccoli, que ha pasado por Berlín «sin pena ni gloria». Michel Piccoli es, además de intérprete de un periodista que estudia el caso del obrero despedido por una computadora, coproductor del filme. «Me gusta recomenzar siempre con autores desconocidos», dice Michel Piccoli, tratando de explicar los motivos que le han llevado a hacer cine con Noever.

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