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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

España, espejo para Latinoamérica

Las ocupaciones de nuestras sedes diplomáticas en Guatemala -que culminaron con un trágico desenlace como consecuencia de la brutal e innecesaria intervención de la fuerza pública- y El Salvador, por grupos opuestos al poder establecido en aquellos Estados, va más allá de la pretensión de una simple llamada de atención a la opinión pública internacional, al objeto de poner de manifiesto el grado de opresión y desigualdad social allí reinante.Resulta bastante sintomático que, en ambos casos, los grupos reivindicadores de estas acciones hayan explicado que la elección de las representaciones de nuestro país obedece a la admiración que les merece nuestro proceso democrático.

De este modelo de sociedad, implantado en base a la voluntad soberana del pueblo español, deducen ellos la previsible buena disposición de nuestros representantes en el exterior para mediar en la solución de sus necesidades más precarias. Pero también, a más largo plazo, intuyen el papel que podría desempeñar España, la «madre patria», en la consolidación de sístemas políticos democráticos en sus países, en particular, y en toda Latinoamérica, en general, sin llegar a una injerencia en los asuntos internos de sus Estados, tal como establecen los principios del derecho internacional, pero sí ofreciendo una clara inspiración democrática, e incluso una sana labor mediadora, a través de nuestra participación en los organismos supranacionales americanos.

El problema de estos Estados es de raíz y no se resuelve con un mero cambio de «fachada» de los grupos dominantes. España tiene el deber fraternal de poner su granito de arena para terminar con el sufrimiento ancestral de estos pueblos hermanos. Ojalá que los graves hechos recientes sirvan para una clara toma de conciencia por parte de las oligarquías locales y de sus representantes en el poder político, al objeto de llegar a un clima dejusticia e igualdad que desemboque en una pacífica convivencia que, combinada con una equitativa distribución de la riqueza, sea capaz de evitar sucesos tan lamentables como los de Guatemala.

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