La liberación de los rehenes norteamericanos en Irán no parece inminente
La formación de una comisión de investigación internacional, anunciada ayer por el secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, «no es más que un primer paso hacia la solución del contencioso americano-iraní», declaró ayer el ministro de Exteriores, Sadegli Gotbzadeh, al final de la entrevista, de hora y media, que mantuvo con su homólogo galo, Jean François-Poncet. Tras su paso por París, el diplomático iraní ha dejado la impresión de que la liberación de los rehenes americanos no sería tan inminente como se ha creído.Los señores Poncet y Gotbzadeh, en el Quai d'Orsay (sede del Ministerio de Exteriores), examinaron los problemas bilaterales y el de los rehenes americanos en Teherán. A propósito de esta segunda cuestión, los dos diplomáticos parece ser que mantuvieron un diálogo de sordos. Al terminar su visita oficial, el señor Gotbzadeh declaró escuetamente que había informado a su colega de las negociaciones que se realizan para liberar a los norteamericanos.
Durante su estancia en la capital francesa, el ministro iraní de Exteriores reafirmó que Teherán es el «único lugar válido» para las reuniones de la comisión internacional.
Esta última podría desplazarse «a París o a otro lugar si tuviese que examinar documentos». En otras declaraciones insistió en que la creación de la comisión no significa la liberación automática de los rehenes, sólo posible, dijo, cuando la comisión haya realizado sus trabajos y éstos sean publicados.
En una rueda de prensa, ayer, respondiendo a preguntas de los periodistas, el jefe de la diplomacia iraní afirmó que no existían contradicciones entre sus declaraciones y las del presidente Banisadr. Pero tras las múltiples y matizadas manifestaciones del señor Gotbzadeh en París, muchos observadores piensan que en estos momentos el principal obstáculo para encontrarle una solución al problema de los rehenes procede de la enmarañada situación que han creado en Teherán los múltiples poderes, oficiales o paralelos. El primer contencioso sería precisamente el que protagonizan el ministro de Exteriores y el presidente, «enemigos mortales e irreconciliables».
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