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"La defensa de Madrid", conjunto escultórico de Pascual Palacios

La defensa de Madrid es el título genérico de un experimento escultórico de un pintor: Pascual Palacios. Hasta la fecha, el artista ha realizado 62 esculturas, aunque considera que la serie no está finalizada. Una vez más, la economía condiciona al arte y, consecuentemente, al artista, pues Palacios depende, en estos momentos, de algún tipo de ayuda para finalizar su obra.

«La defensa de Madrid», declaró el pintor a EL PAÍS, «surge de un deseo personal de dar salida a un montón de recuerdos que viví durante la guerra, guerra que comencé con catorce años, y que ahora siento la necesidad de compartirlos con los demás. Era como una obligación que me impuse como artista, que se ha ido convirtiendo en una deuda con mi país.»Sobre la utilización de la escultura como medio de creación, infrecuente entre pintores, Palacios comenta que «bueno, esto ha sido así porque previamente había pintado varios -bastantes- cuadros sobre el tema, algunos de ellos expuestos durante la dictadura de Franco. Pero siempre quedaba insatisfecho porque las características del lienzo obligan, a fóndos y detalles que llevan a la anécdota. Y, también, a reflejar al "enemigo" para completar el gesto que interesa. Esto obliga a dar un sentido político o militar que yo he querido eludir conscientemente ».

« Posteriormente, realicé centenares de dibujos, procedimiento con el que se permitía aligerar los fondos y suprimir al enemigo, jugando con los blancos del papel. Con ello me acercaba a lo ideado originariamente. Pero pensé que la idea artística y el hecho histórico merecía un mayor esfuerzo, y el esfuerzo ha consistido en estudiar y trabajar durante más de un año para hacerme, un poco, escultor de oficio; puesto que lo otro, siendo el arte un medio de expresión, relega a segundo término el procedimiento elegido para ello. Qué más da que sea poesía o música si lo que está en cuestión es si hay algo que decir. »

Por lo que se refiere a la intención del artista con su trabajo, señala que «ha querido ser la de reflejar artísticamente el acto heroico de la defensa de Madrid durante su cerco en la guerra civil, con un sentimiento parecido al que debió de sentir Goya cuando grabó los desastres de la guerra, es decir, aportando su testimonio personal como un documento más para la historia. La comparación sólo es ideológica, puesto que a su lado me veo muy modesto para comparar los resultados».

«He querido, y lo intenté, que la cuestión política y militar quedara al margen de la obra, lo cual resulta casi imposible en una guerra civil, pero sí me ha sido posible centrarme en la exaltación de su contenido humano, hasta hacerlo protagonista y dominante. »

«Este deseo de humanizar la obra es lo que me llevó a individualizarla en el escenario de Madrid, desprendiéndola de la guerra en el resto de España; porque en Madrid es donde con más abundancia, más tiempo y peores circunstancias se precisó tal gesto humano. Lástima que el heroismo de los madrileños se derrochara en luchar contra otros españoles, pero eso es una historia que no hice yo. Yo sólo hago las esculturas.»

Todas las piezas de la colección -que se niega a vender separadamente- tienen nombres propios y recuerdos personales: La explosión del Metro de Lista, Rosario, la dinamitera, El reparto del pan, La voladura, etcétera, y la realización de los modelados en cera se hizo en el laboratorio de José María Ripoll.

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