El Gobierno iraní promete represalias contra Canadá
«Más pronto o más tarde, Canadá pagará un precio muy alto por sacar ilegalmente de este país a los seis diplomáticos norteamericanos que tenía asilados en su embajada», ha declarado Sadegh Gotbzadeh, ministro iraní de Asuntos Exteriores.«Canadá ha violado las leyes internacionales al falsificar pasaportes para facilitar la salida de este país de los seis diplomáticos, a quienes previamente había concedido asilo en su embajada.»
Gotbzaden -que probablemente será sustituido en breve- añadió que la salida clandestina de estos diplomáticos contribuirá a que «empeore la situación de los 49 rehenes que siguen custodiados en la embajada de Estados Unidos en esta capital».
La fuga de Irán de los seis diplomáticos norteamericanos fue una operación ensayada minuciosamente por los Gobiernos y los servicios secretos de Canadá y Estados Unidos.
Los seis, cuatro hombres y dos mujeres, se encontraban dentro de la embajada norteamericana cuando ésta fue asaltada, el 4 de noviembre. Consiguieron escapar por una puerta trasera y, tras ocultarse temporalmente en varias embajadas occidentales, fueron acogidos en la de Canadá, diez días después.
Durante los dos meses siguientes, Washington y Monreal planearon la operación de la fuga con todo cuidado. Se decidió convertir a los «rehenes» en «diplomáticos» canadienses y esperar un momento adecuado para que salieran de Irán sin levantar sospechas.
Canadá entregó a la CIA seis pasaportes diplomáticos en blanco. El servicio norteamericano de espionaje puso en ellos las fotos de los «rehenes», nombres falsos y visados -también falsificados- iraníes, con sellos de entrada por la aduana de Teherán.
Otros diplomáticos canadienses recibieron la misión de salir y entrar en Irán constantemente. Se trataba de crear confusión en los controles de la aduana iraní sobre el número de empleados de esa misión diplomática.
Aprovechando que la atención de irán estuvo centrada, en los últimos días, por la elección presidencial, el embajador canadiense en Teherán -con el visto bueno de Ottawa y Washington- decidió sacar del país a los «rehenes».
El propio secretario general de la ONU, Kurt Waldheim, que estuvo hace unas semanas en la capital iraní, ignoró hasta ayer esta historia, cuya divulgación, en opinión de círculos de las Naciones Unidas, puede aumentar las reservas iraníes en futuras negociaciones para resolver la crisis de los rehenes norteamericanos.
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