Enfermos de cáncer, en busca de la droga Norgamen
De las numerosas personas que acuden diariamente. a la clínica Puerta de Hierro de Madrid para pedir ser tratados con la droga Norgamen, descubierta recientemente por el doctor Mario Gosálvez para combatir determinados tipos de cáncer, sólo un marinero santanderino, José Alonso Fernández, de 54 años, consiguió plaza el pasado viernes, aunque hasta el lunes, según sus declaraciones, no había recibido otro tratamiento que el de los calmantes. En la clínica se indica a los pacientes que acuden en busca del Norgamen que este medicamento no se aplica en Madrid, sino en el Hospital General de Asturias. Mientras tanto. el doctor Gosálvez manifiesta que el producto podrá distribuirse muy pronto e insiste en desmitificar las expectativas creadas.
Una patética y confiada expedición de enfermos de cáncer acude a diario a la clínica madrileña de Puerta de Hierro, procedente de toda España. Los peregrinos, muchos de ellos enfermos desahuciados, vienen en pos de la droga Norgamen, un hallazgo del doctor Mario Gosálvez, jefe del servicio de experimentación bioquímica de la citada clínica. Pero el tratamiento del doctor Gosálvez no se aplica aún en Madrid, sino solamente en el Hospital General de Asturias, centro en el que el doctor Brugarolas ha probado con éxito el nuevo producto. El viaje a Madrid es, por ahora, inútil y vano. Sin embargo, cientos de personas han convertido al científico en un fabricante de sueños. Para ellos, la clínica de Puerta de Hierro es ya un Lourdes mítico y asible.La peregrinación comenzó el fin de semana pasado, al día siguiente de que se publicaran los resultados obtenidos en la primera fase de experimentación del producto. De los 34 enfermos tratados con Norgamen durante más de cinco años en el Hospital General de Asturias, catorce han recuperado al ciento por ciento sus tejidos anteriormente cancerosos y el resto han logrado una remisión parcial de la masa tumoral. No obstante, la droga sólo cura los carcinomas de piel de cabeza y cuello. «Los tumores con otras localizaciones no son susceptibles de tratamiento», precisa el descubridor.
Sin embargo, enfermos de no importa qué tipo de cáncer, acostumbrados a sobrevivir a costa de intensas radiaciones de cobalto, no se resignan a cerrar la puerta que la nueva droga ha entreabierto. «Han llegado personas de Canarias, Jaén, Sevilla, Valencia y otras provincias», recuerda una recepcionista. «Constantemente recibimos llamadas de cualquier punto del país y del extranjero, pero les explicamos que en este centro no se aplica este tratamiento», indica el señor De las Heras, del departamento de admisión. «Ayer enviamos al Instituto Nacional de Oncología a una paciente de Andalucía que venía dispuesta a ingresar», añade la recepcionista.
Sólo un marinero santanderino, José Alonso Fernández, 54 años, logró plaza el viernes pasado, aunque «ni he visto al doctor Gosálvez ni he recibido más tratamiento que algunos calmantes». Su insólita aventura comenzó el mismo viernes, cuando una ambulancia le condujo desde Santander al centro madrileño. Desde hace dieciséis años resiste con furia a un carcinoma de laringe, un huésped maldito que no le impide viajar casi a diario de Agoño, su pueblo, a Santoña, «donde sigue trajinando en cosas de la mar, aunque no trabaja», cuenta su esposa, Petra Zofra. Vitalista y tenaz, pidió que le llevaran a Madrid el mismo día que conoció la noticia del hallazgo de Norgamen. «Todo se pierde en mi estado, pero la esperanza, nunca», afirma, confiado.
El viernes, al atardecer, llegó a Madrid. «Nos dieron cama porque venía muy cansado y nevaba y hacía muy mala noche, pero al principio pensamos que teníamos que volvernos a Santander», explica su esposa. «Para nosotros ha sido una sorpresa, porque pensábamos que el propio doctor Gosálvez nos atendería, pero nos han indicado que el tratamiento sólo puede seguirse en Oviedo. Ahora estamos defraudados, aunque conservamos la fe, ya que creemos que este tipo de cáncer sí tiene cura.»
Desde el viernes al lunes, José Alonso y su familia han esperado una solución más halagüeña que deshacer el camino andado. «En el propio centro de Santander, donde le han tratado los doctores Mozota y Lastra, le animaron a que acudiera a Madrid. Pero nadie de la clínica nos ha explicado dónde podíamos encontrar al doctor Gosálvez, y hasta última hora no hemos podido ir a hablar con él», asegura el hermano del paciente. «Nos ha mandado también a Asturias, pero, al menos, hemos tenido el consuelo de haberle visto antes de marcharnos.»
Por su parte, el doctor Gosálvez, cauto y discreto, intenta desmitificar las expectativas creadas en torno a su hallazgo. «He recibido unas doscientas llamadas telefónicas y más de cincuenta cartas de todo el mundo, así como visitas espontáneas de diez a quince personas, aunque parece que la avalancha amaina.» De todas esas consultas, sólo siete personas pueden beneficiarse de Norgamen. «Aún no se dispone del producto, pero los laboratorios Roche financiarán el costo de fabricación y muy pronto podrá distribuirse.» Algunos ya están pidiendo recomendaciones a sus colegas para ser los primeros.
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