En Francia se estima que Marchais ha enterrado el eurocomunismo
El retorno de Moscú del líder del Partido Comunista francés (PCF), Georges Marchais, paralelo a sus declaraciones destinadas a justificar la intervención soviética en Afganistán y a insultara los socialistas y a la prensa burguesa, ha restablecido en la política interior gala el clima de guerra fría de los mejores tiempos del estalinismo.
El cambio de línea política del PCF, alineándose totalmente con Moscú, se valora aquí como «un entierro de primera clase del eurocomunismo», en el mismo momento en que los comunistas italianos condenan a la URSS en el Parlamento Europeo.
El líder comunista francés, tras una semana de conversaciones con los dirigentes de la URSS, en declaraciones a la TV francesa y a la soviética, afirmó que el PCF y el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) «valoran de manera idéntica la situación mundial». Por otro lado, en una amplia exposición, justificó en términos exaltantes la intervención de la URSS en Afganistán.
De paso, la entrevista que le concedió a la TV gala, en directo desde Moscú, se reveló como un «modelo» de agresividad, en el tono y en la forma: en primer lugar contra los periodistas que le interrogaban, a quienes amenazó y acusó «porque engañan a los franceses». Y de manera más feroz se ensañó con un diputado socialista, Pierre Joxe, que por la mañana le había enviado un telegrama a Moscú pidiéndole que se explicara ante los franceses sobre Afganistán, asunto que había sido silenciado en el comunicado final de las entrevistas.
Estos ataques, lanzados desde un país extranjero, unidos a la elección, hecha por el señor Marchais, de la estrategia internacionalista de la URSS, levantaron en Francia una tempestad de hostilidad unánime, que relega, más aún, al PCF al ghetto en el que ya vivió durante los tiempos de la guerra fría. Esta confirmación espectacular de la nueva línea política prosoviética del PCF hace prever tres consecuencias posibles: los comunistas favorecen la reelección del presidente actual, Valery Giscard d'Estaing en las elecciones de 1981. En segundo lugar, «el golpe de Kabul pesará sobre el movimiento obrero en Francia», estimó Edmond Maire, líder de la segunda central sindical francesa, la CFDT.
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