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Empresarios y sindicatos italianos denuncian la inoperancía gubernamental

Juan Arias

En el agitado mundo político italiano se acaba de registrar un hecho que los observadores han calificado de «insólito y excepcional». Se trata de una carta-documento firmada conjuntamente por la Confindustria y los sindicatos contra el Gobierno Cossiga. El documento consta de tres folios y lleva las firmas de Guido Carli, presidente de la Confindustria (sindicato patronal), y de Lama, Carniti y Benvenuto, secretarios generales de los tres mayores gremios sindicales; el comunista CGIL, el democristiano CISL y el. socialista UIL.«La crisis petrolera, se dice en la carta conjunta, como se desarrolla en este momento compromete el mantenimiento de numerosos puestos de trabajo y de la producción interna. El interés de las partes sociales empuja a una acción común de cara al Gobierno para denunciar la gravedad de la situación.» Se acusa en este documento al Gobierno de querer resolver el grave problema abierto por la crisis energética con maniobras al consumo y a los precios y sin un programa a largo plazo.

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En este clima no es extraño que el encuentro Gobierno- sindicatos haya fracasado en la noche del viernes. Por eso queda en pie la huelga general anunciada para primeros de enero si el dialogo fracasaba. Este tiene tantas menos probabilidades de éxito cuanto que se ha retrasado el encuentro trilateral previsto para ayer entre Gobierno, sindicatos y Confindustria, hasta el 8 de enero.

Mientras tanto, la respuesta del Gobierno a los sindicatos y a la Confindustria ha sido una oleada de aumentos de precio.

La opinión pública, que ya no necesitaba muchas pruebas para darse cuenta que el 1980 se abre bajo el presagio de un ahondamiento de la crisis económica de los últimos años, ha quedado, sin embargo, impresionada por la decisión conjunta de la Confindustria y los sindicalistas. Si de los políticos la gente se fia poco, que los sindicatos se pusiesen de acuerdo con la gran industria para denunciar tanto la gravedad de la situación como la ineptitud del Gobierno, indica que hay de verdad motivos para preocuparse.

Pero al mismo tiempo se ad vierte cada vez más vistosamente en el país la diferencia entre ricos y pobres. Nunca se ha visto, tanto en las grandes ciudades como Roma Milán y Turín, a los pobres recoge las sobras por el suelo al cierre de los mercados callejeros, o ir en busca de los huevos «rotos» que cuestan menos, mientras en estas Navidades nunca se han visto en los escaparates tantos objetos A lujo descarado como botellas de whisky de 80.000 peseta! (Roma) relojes de oro de medio millón de pesetas (Milán) y camisones de señora de 110.000 pesetas (Roma)

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