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La mayoría de edad penal

« (...) Los Tribunales Tutelares, por una serie de razones en las que ahora no podemos entrar con detalle, pero en las que tiene mucho que ver la falta de organización y la carencia de centros educativos adecuados, no han cumplido bien, hasta ahora, la misión que tenían encomendada. Y no quisiéramos que se viese en ello una acusación. En los Tribunales Tutelares, unos hombres que tienen que adaptarse a la difícil simbiosis de juez - padre - maestro no pueden luchar contra un urbanismo despersonalizado, contra una crisis profunda de la familia. un olvido colectivo de los valores morales, un consumismo propuesto como meta y, muchas veces. la indignidad de unos padres que han abdicado de sus responsabilidades más profundas. Todos sabemos que, con frecuencia. antes de castigar a ciertos menores, habría que pasarles una factura a ciertos padres, y así lo ha entendido el alcalde comunista de Córdoba, quien en su término municipal sancionará a los responsables de que sus hijos falten a la escuela. Una medida que en muchos sitios se debería imitar.Decíamos, pues, que por una serie de complejas circunstancias, los Tribunales Tutelares no han podido impedir la aparición de una delincuencia precoz compacta, arraigada y cruel. Es la delincuencia no ya juvenil, sino incluso infantil, que a veces se practica por el simple placer del mal, que no mide resultados y, por tanto, es doblemente peligrosa. Tal vez por la convicción de que la menor edad concede una patente de corso, lo cierto es que la delincuencia juvenil ha aumentado en proporciones terroríficas y -estadísticas cantan- ha aumentado más entre los quince y los dieciséis años, justo una edad que quedaba fuera del Código Penal. Este es el hecho y, por supuesto, este es también el problema.

¿Cómo resolverlo? Naturalmente, no cerrando los ojos a la realidad y dejando que la delincuencia siga, puesto que hemos llegado ya casi a una especie de punto sin retorno. Esta no es una opción válida. La otra opción. la deseable y digna, es establecer un amplísimo plan de educación una reconversión de nuestro urbanismo, una exaltación de esos valores humanos que son el respeto y la dignidad y una coacción -en este caso perfectamente legítima- sobre los padres que no cumplen sus deberes. (...)

No se puede tener en cuenta un solo elemento del binomio libertad-responsabilidad. Hay que tener en cuenta los dos, y hay que tener en cuenta, como acabamos de decir, que el ciclo vital se ha hecho más veloz. Por ello, y aun alabando la noble intención de quienes no quisieran ver nunca inculpado a un joven y piden que la edad penal se mantenga, entendemos que la nueva medida, aún en proyecto, es adecuada, sobre todo, teniendo en cuenta que el nuevo Código establece la suspensión de la condena y el arresto limitado.» 20 de diciembre

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