La patronal de la enseñanza privada pide al Gobierno la financiacion de sus centros
Los partidarios de la enseñanza privada de Burgos prepararon una pancarta en la que Sancho le decía a don Quijote: «¿Dónde va vuesa merced?» Y el ingenioso hidalgo respondía: «Voy a Madrid a desfacer el entuerto de la enseñanza.» Para los autores de la pancarta, al igual que para las más de 12.000 personas que llenaron ayer el Palacio de los Deportes de Madrid, convocadas por la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), organización patronal que agrupa al 86% de los centros privados de enseñanza, el entuerto no es otro que la «angustia financiera del sistema privado de enseñanza», lo cual no quiere decir, según Ricardo de la Cierva, que haya que dar la razón a quienes piensan que «actuamos como si los problemas que hoy nos reúnen fueran una queja rutinaria por un negocio comprometido».
En la concentración de ayer hubo pancartas de todas las provincias y numerosos telegramas de adhesión de colegios cuyos nombres eran Divina Infantita (Granada), Santa María Goretti (Orense), Presentación (Linares), Virgen de los Dolores (Benidorm), Jesús Maestro (León) o Compañía de María (Granada), entre otros. También se adhirieron al acto dos concejales del Ayuntamiento de Madrid, José María Alvarez del Manzano y Fernando García, y algunas organizaciones provinciales de enseñanza. El presentador anunció la presencia de «más de cien directores de centros canarios que, a pesar de las dificultades del viaje, se encuentran entre nosotros», y de «veinte autocares de la coordinadora de Usera», barrio de Madrid.La reunión de ayer se hacía en torno a los postulados de una defensa de la enseñanza privada que pase por la financiación estatal, la aceptación de un ideario de centros y una petición de sueldos dignos para los profesores, pero a cargo del Estado. Intervinieron para defender estas tesis el padre, Angel Martínez Fuertes, presidente de la CECE; el historiador Ricardo de la Cierva y Marcelino Fuente, director de un colegio privado de La Coruña, que insistió en las tesis defendidas por los otros oradores.
La presencia de Ricardo de la Cierva, diputado de UCD, contrastó con la ausencia del también diputado de UCD por Ciudad Real y vinculado al Opus Dei Manuel Díez Pinés, redactor de la ponencia de Estatuto de Centros en el Congreso, que horas antes se había declarado contrario a la enseñanza confesional y había manifestado su intención de no participar en la concentración del Palacio de los Deportes.
El padre Martínez Fuertes intervino al principio y al final y, entre grandes aplausos, vítores y ,algún grito de «Unidos a ti, padre Martínez», repitió varias veces que «hoy es el día de la libertad» y reconoció que «nos gustaría que esta reunión fuera de alta repercusión para el poder del Estado, de forma que alguien entendiera que ha llegado la hora de la verdad». A Angel Martínez Fuertes llegaron a saltársele las lágrimas mientras, con la voz quebrada, daba lo que él calificó de «mala noticia»: «Con lágrimas en los ojos», dijo, «he de deciros que no hay una contestación que permita seguir el camino de la libertad. Los resultados de una encuesta que hemos pasado al sector de la enseñanza privada son desoladores: tenemos un millón de alumnos y cerca de 10.000 centros y el 70% ó 75% dicen que no pueden seguir adelante. Suplicamos humildemente que se nos atienda y que se sienten a negociar con nosotros, para que la causa de la libertad tenga cauces que ahora no los tiene.» Se quejó de que «los principios predicados desde esta plataforma sean manipulados por opiniones subversivas», gritó entre aplausos: « ¡Directores, en pie, alerta!» y terminó diciendo que «tenemos que lograr que este país entre en razón».
Ricardo de la Cierva dedicó su intervención, matizada con gritos, sudores, inflexiones de voz y un cierto tono profesoral, a lanzar fuertes ataques al PSOE y a su concepción de la escuela pública, y ataques más velados a su partido, UCD, aunque en todas sus diatribas acusara al Estado y no mencionara demasiado al Gobierno. Habló de la crisis del sector de la ,enseñanza privada y dijo que «la opinión pública, en el fondo, está con nosotros», mientras. «la clase política vegeta demasiadas veces en los atrios de Bizancio». A su juicio, existen dos amenazas: «un propósito político demostrable de aniquilación del sistema de enseñanza privada, en aras de una concepción totalitaria y excluyente, pública y única» y «la indiferencia de un sector de la población, que no se da cuenta de que nos quieren imponer un modelo totalitario de sociedad». Aludió a «las conclusiones del congreso de un partido que se presenta como alternativa de poder», hizo diversas citas socialistas sobre la materia, ante lo que el público gritaba: «¡No, no!» y añadió: «Si esto dice la izquierda moderada, calculen la magnitud de la amenaza de la izquierda española en su conjunto.»
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