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"El derechismo de Azorín fue el fruto de la desilusión"

Santiago Riopérez presentará mañana su "Azorín íntegro"

Santiago Riopérez y Milá acaba de publicar su Azorín íntegro, un estudio biográfico y crítico, en el que se introducen, además de una serie de fotos inéditas del escritor del 98, todo un epistolario igualmente inédito con los hombres de su generación, y un buen número de datos privados, personales, recordados, por el autor de este libro, de su larga relación con Azorín durante sus diez últimos años. El libro será presentado mañana, a las ocho de la tarde, por Antonio Hernández Gil, ex presidente de las Cortes, en los locales de la agencia Efe. Sobre Azorín, el señor Riopérez cree que el derechismo del escritor fue fruto de la desilusión.

«Fueron», ha dicho a EL PAÍS Santiago Riopérez y Milá, «diez años de amistad muy fructífera y hermosa. Yo le conocí como abogado, pero nos hicimos amigos en seguida e intimamos. Por eso puso en mis manos esa correspondencia inédita con los demás de la generación del 98, que publico en este ligro, y con otros de sus contemporáneos. Por ejemplo, creo que es particularmente importante la carta de Clarín al entonces joven Azorín.»Del libro, que publica la Editorial Biblioteca Nueva, con ayuda de la Fundación Juan March, dice: «Ha sido para mí un proyecto largamente querido y un trabajo muy duro y largo. Pero creo que tanto los datos inéditos como el estudio bio-bibliográfico pueden probar mis tesis sobre su personalidad. A mi modo de ver, Azorín fue un escritor puro, que vivió de la literatura y en la literatura toda su vida. Por ejemplo, jamás se presentó a un premio literario, y los que recibió fueron por haberle presentado las editoriales... Creo que Azorín ha mantenido siempre una conducta ejemplar, consecuente siempre, aunque variable, y movida por un intenso amor a su país. La evolución desde su anarquismo furibundo de juventud a las posiciones conservadoras y reaccionarias de la vejez yo la interpreto como el fruto de cierta maduración biológica y, además, como el resultado de la desilución frente a cualquier efctividad o bondad de la política. Su creación literaria la entiendo como autobiográfica, y como escritor creo que siempre intentó volver al paraíso perdido de la infancia. En este sentido es decisiva la influencia de su madre, y publico en este libro cartas reveladoras al respecto. En suma: creo que Azorín fue, antes que otra cosa, un personaje literario, voluntariamente literario. Por ejemplo, dedico un capítulo de mi libro al terna del amor y las mujeres en su obra: yo creo que si las mujeres azorinianas eran tan... espirituales, y eso en contra de las tendencias de la época, era porque él literaturizaba todo en la vida, era un ser libresco, y en este tema no tuvo demasiada experiencia; la sentía de una manera más literaria que carnal. Te puedo contar una anécdota curiosa que no he publicado, porque he evitado hacer ese Azorín en zapatillas que tal vez se esperaba. Un día, estando yo con él, llegó el doctor Izquierdo, como cada día, a hacerle la visita médica. Como en la salita donde recibía no había más que su butaca y la silla que yo ocupaba, trajeron una, en la que nadie se habría sentado en diez años ... Discutíamos la evolución de la palabra barahúnda, una palabra de santa Teresa, cuando el doctor Izquierdo se sentó en la butaca isabelina que, con su peso, se vino abajo. "Ve usted", dijo Azorín señalándole: "Eso es barahúnda".»

Cuando un investigador dedica su trabajo a un personaje, en la relación que se establece hay siempre esa razón de odio que sólo compensa otra de amor. «Lo mejor de Azorín», dijo el señor Riopérez, «es que nos ha enseñado a todos a escribir con claridad, a ordenar las cosas, a contarlas con objetividad. El peligro de su influencia está en no asumirle, en quedarse simplemente con la forma, sin captar el fondo. Entonces, muchos no han pasado de su retoricismo, de su casi manierismo. Porque Azorín no es sólo el escritor de la belleza formal y la plasticidad; es el creador de un estilo bajo el que ha temblado siempre una honda preocupación por España.» «Yo recuerdo», dice, hablando de los ataques recibidos por Azorín, «que se enfadó tanto cuando González de la Mora escribió que los del 98 hubieran tenido que tomar las armas en la guerra de Cuba... Azorín me dijo: "Nosotros no íbamos a tomar nada para defender los privilegios de algunos. Pero claro que luchamos: con la pluma." Si Azorín actuó como militante político, y lo hizo no fue nunca por ningún afán de lucro ni de medro. A mí me confesó que él habla querido llegar a los centros de poder para observar a los personajes que lo ejercían... Y el cambio desde sus posiciones iconoclastas, federalistas, anarquistas de juventud, a esas otras de un reaccionarismo conservador, fueron fruto de la desilusión. Azorín llegó al convencimiento de la inutilidad, de la ineficacia de la acción política.»

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