Europa occidental, a la espera de que la URSS responda a la propuesta de negociar el desarme
Los ojos de toda Europa se dirigieron ayer hacia la Unión Soviética, en espera de su reacción ante la decisión de la OTAN de desplegar en su territorio misiles capaces de alcanzar objetivos en el interior de la URSS. Se trata ahora de ver si el simultáneo ofrecimiento de negociaciones para la limitación de armas euroestratégicas -Cruise y Pershing-2 contra SS-20- es acogido favorablemente en Moscú. Los misiles norteamericanos no -estarán listos antes de 1981-1983 y la Unión Soviética y Estados Unidos deben decidir si convierten a Europa en escenario de la carrera de armamentos o si le ponen un freno razonable.
La jornada de ayer en la sede de la OTAN se caracterizó, pues, por los esfuerzos de los ministros de Asuntos Exteriores de los quince países miembros de la Alianza -Francia y Grecia incluidos- por precisar mejor cuáles pueden ser las vías y las posibilidades de sentar a la URSS en la mesa de negociaciones. Los primeros contactos se iniciarán, según un portavoz norteamericano, inmediatamente, pero los frutos -si los hay- no se conocerán, probablemente, antes de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea, que se celebrará en Madrid el próximo año.El desarrollo de la cumbre aliada de Bruselas supone, a juicio de muchos de los expertos concentrados en el cuartel general de la OTAN, Evere, sólo una victoria a medias de Estados Unidos. Ha triunfado su tesis de que para negociar con la URSS era imprescindible adoptar primero la decisión de modernizar el armamento nuclear desplegado en Europa -la política del «palo y la zanahoria»Pero, además de las moratorias exigidas por Holanda y Bélgica, los países aliados que acepten que la limitación de armas euroestratégicas se inserte en el marco de las SALT III reclaman su propio protagonismo, y en su comunicado final ¡anuncian la creación, en el seno de la OTAN, de un órgano consultivo especial, de alto nivel, encargado de seguir permanentemente el desarrollo de las negociaciones.
La Unión Soviética tiene un plazo amplio para llegar a un acuerdo El equilibrio actual se mantendrá al menos hasta 1981. Es, pues, casi seguro que la URSS continuará con su gran campaña propagandística, dirigida, sobre todo, a los «hermanos pequeños» de la OTAN: Holanda, Bélgica, Noruega, Dinamarca, Grecia y Turquía, para convencerles de la gravedad de la decisión, hasta ahora teórica, que han adoptado.
Falta de Solidaridad
El primer ministro holandés, Van Agt, ha evitado, al menos de momento, la crisis de su Gabinete, pero los liberales, favorables a la instalación de los misiles, al contrario que los democristianos, han expresado su desacuerdo, especialmente por una frase pronunciada por su jefe de Gobierno ante el Parlamento. «La decisión de fabricar los nuevos misiles», dijo Van Agt, «es responsabilidad exclusiva de Estados Unidos. Son ellos quienes los fabrican. Son ellos quienes, en solitario, deben decidir si los producen o no.» A juicio del portavoz liberal holandés, esta frase pone de relieve, más que ninguna otra, la falta de solidaridad en el seno de la OTAN. Ciertamente, y por mucho que los comunicados se esfuercen por encontrar fórmulas lo suficientemente ambiguas, la última reunión del pacto atlántico, que finaliza hoy en Bruselas, no se ha caracterizado, precisamente, por la apariencia de piña de los países aliados en torno a Estados Unidos. Las divergencias se han vuelto a poner de manifiesto en el comunicado final que, a propósito de Irán, se hizo público ayer.
Todas las presiones de Harold Brown y de Cyrus Vance no han sido suficientes para que los Gobiernos aliados acordaran tomar represalias económicas contra el régimen de Jomeini. El comunicado final reproduce casi literalmente documentos anteriores: condena de la toma de rehenes, llamamiento para que sean liberados sanos y salvos y declaración formal sobre el respeto que los merece el derecho del pueblo iraní a dotarse libremente de su propio sistema económico, social y político. En definitiva, nada de lo que Estados Unidos pedía.
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