El Estatuto gallego

Evidentemente que el Estatuto que nos ha concedido graciosamente UCD a los gallegos tiene cosas positivas, pero no nos debemos llamar a engaño; roza, nos guste o no nos guste, entre la indiferencia y el desprecio. Si entre la indiferencia y el desprecio raya el tratamiento que el pueblo gallego, su lengua y su cultura seculares, su historia, sus costumbres y sus gentes han recibido por parte de los «autonomistas de UCD» y de UCD central. Sus ideales, a caballo entre la democracia y el franquismo, nos han demostrado que consideran a Galicia como su granja particular sin ningún tipo de exclusiones: subordinan a sus intereses los intereses de toda una nación, Galicia, convirtiéndonos en ciudadanos de duodécima clase.Cataluña, Vascongadas y Galicia han sido siempre consideradas como nacionalidades históricas; a unos se les reconoce, pero a Galicia esto es considerado como mero accidente. Si Cataluña tiene industrias, dinero, en una palabra, poderío económico; si el País Vasco tiene industrias y poderío. económico y, por desgracia, terrorismo, comprenderemos la rapidez con que les ha sido concedido el Estatuto y la capacidad de autogobierno del mismo, pero, ojo, no cuestiono ni a Cataluña ni a Vascongadas los logros conseguidos. Pero a Galicia, a la nación gallega, únicamente le podemos adjudicar casi nula capacidad económica, pocas industrias, pero contaminantes, y nada de terrorismo; pero nos sobran y querríamos acabar con la emigración, matar el caciquismo y desterrar la explotación.

Evidentemente no nos extrañaría y algunos «centristas» de UCD y de CD parece que quieren la radicalización del pueblo y la lucha armada. A esto les diré a estos insignes demócratas que «quien siembra vientos, recoge tempestades».

Por último, ante este fraude de Estatuto responderemos lo que Galicia, por inercia y por pacifismo, ha contestado a Madrid, léase Gobierno: «Mexan por nos e temos que decir que chove». Y así seguiremos si Galicia y el pueblo gallego no lo remedian y hacen frente a estas arbitrariedades del poder.