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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Los liberales

Lo ha dicho el señor Martínez Campos (de apellido resonante en la España y la Historia no-liberal y en el callejero de Madrid), hablando al campo de concentración voluntaria y patriótica en que se convirtió el pasado domingo la plaza de Oriente:-La derecha liberal siempre ha traicionado a España.

Yo comprendo que la plaza es de quien la llena, tanto la de Las Ventas como la de Oriente. Aquí he contado en seguida de cómo nosotros, los llamados y elegidos por César Alonso de los Ríos, no hemos sido sino un ralo ramo de ingenio a los pies del caballo dinástico, mientras que ellos, los antiliberales, fueron un frontispicio de retórica con coronas frescas y viajeras. César eligió liberalmente intelectuales de toda la botánica liberal, pero no contaba con el señor Martínez Campos (hay que contar siempre con los viejos y nobles apellidos de la raza, amor), que vendría en seguida a explicar a gritos (el grito es la forma confidencial del español) cómo los liberales han traicionado siempre a España. Razón que le sobra. Me lo dijo la otra noche Rafael Conte, cenando en Lhardy:

-Escribes como nadie, pero no tienes razón.

-Querido Rafael, mon amour, mon petit, no se queda por tener razón, sino por escribir bien.

O sea que el señor Martínez Campos no quedará, por mucha razón que tenga. Frente a él y su acusación, resulta que nosotros, basca surtida de liberales entreverados, desde el marxismo cristiano al liberalismo no marxista, no éramos otra cosa, en la plaza de Oriente y en la portada de La Calle, que una punta de traidores a España. Los nietos del 98, digamos, que también fueron todos liberales, cada uno a su manera bronca o lírica, y también traicionaron todos a España, de lo mismo que les dolía y la amaban. Me dijo Borges en la calle Corrientes, craquelada de confiterías:

-Mirá, nomás, enamorarse de una mujer puede ser la forma de no tener que volver a pensar en ella.

¿Quiere decirse que toda aquella gallofa noventayochista se enamoró de España para que España les dejase en paz, para traicionar a España con la camarera de alguno de aquellos cafés de camareras que había entonces: con el Modernismo, con el estilismo, con el esteticismo, con el misticismo, con la Chelito? Le niega Baroja a Corpus Barga, en el último tomo de memorias de éste (Alianza Tres) que el 98 tuviese una coherencia o textura común. Y yo pienso que era esa, el liberalismo, socialista en Machado y Unamuno (de quienes no dije, en su purgatorio de cera, lo que dicen que dije), anarcoesteticista en Valle y Baroja, conservador en Azorín.

Pues claro que los liberales, señor Martínez Campos, han traicionado a España: el capitalismo liberal, el catolicismo liberal, el liberalismo capitalista, el liberalismo restauracionista de Cánovas, diagnosticado para siempre por Ortega. La derecha liberal, que usted identifica hoy con Suárez, ha traicionado a España y se ha traicionado a sí misma porque quería repicar duros y andar en la procesión del progreso. Pero ha prevaricado más por derecha que por liberal. A los liberales de chistera de siete reflejos, como los siete pecados capitales de su liberalismo, la democracia, el sufragio universal les parecía ya un octavo pecado, un reflejo cegador. Eran liberales sin ser demócratas. Yo diría que Suárez, señor Martínez Campos, es más demócrata que liberal.

Y eso tampoco es bueno, porque la democracia electoral sin liberalismo social se queda en las computadoras torpes de Martín Villa o en los marketing listos de Rafansón. Cuando ya la izquierda y la derecha, la prensa épica y Rafael García-Serrano han breado al liberalismo caduco, decimonónico y lúbrico durante cuarenta años, hay que empezar a estar por y con un liberalismo socialista o marxista que no canta sólo la libertad privilegiada del dinero, sino precisamente todas las otras libertades menos la del dinero. Corría yo a Prado del Rey para largarle esto a Henri Lévy, cuando por la otra punta de Madrid me sale Martínez Campos con su tocata. No puede! uno estar en todo. Demasié.

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