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La crisis mundial originada en Irán se propaga a otros países de régimen islámico

Dos nuevos brotes de crisis en el mundo islámico se han añadido en las últimas horas la tensión creciente entre Irán y Estados Unidos: la quema de la embajada de EEUU en Pakistán y la toma de la mezquita de La Meca, que amenazan con provocar una desestabilización en la región estratégica de los campos petrolíferos de Oriente Próximo. La radio iraní anunció anoche que en el caso de una intervención, armada norteamericana, los 49 rehenes serían ejecutados y la embajada de Estados Unidos volada, mientras que el embajador iraní en la Unión Soviética, Mohamed Mokri, declaró que si EEUU ataca la zona e invade los campos petrolíferos, todos los pozos de los países productores serán destruidos. Los intereses norteamericanos sufrieron ayer un nuevo y humillante golpe, cuando grupos musulmanes incendiaron la embajada estadounidense en Pakistán. Un cabo de marines resultó muerto en el ataque.

Las autoridades saudíes parecían ayer haber retomado el control de la gran mezquita en la ciudad santa de La Meca, capturada el miércoles por fanáticos islámicos; algunas fuentes hablan de chiitas próximos a Jomeini, y otras, de una secta fundamentalista. Aunque el máximo dirigente iraní condenó este hecho, afirmó que no es improbable la participación en el mismo del «imperialismo norteamericano para dividir a los musulmanes». Diez de los asaltantes murieron en la ocupación. Ayer se descartó que los sucesos de La Meca tengan relación con problemas internos en el régimen prooccidental saudí.El Departamento de Estado en Washington repitió ayer sus ataques contra el ayatollah Jomeini, a quien responsabilizó de los incidentes registrados en Pakistán, donde los manifestantes atacaron también el consulado de EEUU en Karachi y el centro cultural británico en Rawalpindi.

La Unión Soviética mantiene oficialmente silencio sobre la sugerencia norteamericana de una eventual intervención militar en Irán. En lo que algunas fuentes interpretaron como una velada advertencia, el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Andrei Gromiko, afirmó ayer antes de abandonar Madrid que su país tiene una actitud positiva hacia la revolución iraní. «Pero esto (refiriéndose a la actual situación) es un asunto interno. Nadie debe intervenir desde el exterior en los asuntos internos de Irán. Esperemos que este problema tenga una solución satisfactoria, pero preferiría no comentar qué tipo de solución. »

Por su parte, el portavoz del Gobierno español, Josep Meliá, dijo ayer que las bases españolas no serían utilizadas en el caso de un eventual puente aéreo norteamericano para intervenir militarmente en Irán.

Mientras trece millones de iraníes se lanzaban ayer a las calles para vociferar contra Estados Unidos y condenar a Carter, fuentes islámicas hablaban en Teherán de la posibilidad de que la marina iraní cierre el estrecho de Ormuz, bloqueando así el suministro de petróleo a Occidente. El comandante en jefe de la Armada iraní, almirante Madani, explicó que están en condiciones de vigilar a los norteamericanos y bloquear sus movimientos en aguas del golfo.

La utilización del poder militar parece, sin embargo, todavía lejana y solamente capaz de dispararse a causa de la muerte de alguno de los rehenes, se comentaba ayer en Washington. Carter ha querido decir a Jomeini que ya está bien de «empujarle» y que puede utilizar otros remedios. Pero el ayatollah no pareció ayer preocupado por tal eventualidad, e incluso llegó a insinuar que Carter no tenía agallas para intervenir militarmente en Irán.

Páginas 2 y 3 Editorial en página 10

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