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El Papa, interesado en la distensión con la URSS

Juan Arias

Los medios periodísticos italianos resaltan estos días la intensa actividad que Juan Pablo II está desplegando con varios países europeos para evitar la instalación de los nuevos misiles nucleares norteamericanos de medio alcance Pershing, y para que se abran lo más pronto posible negociaciones con la URSS.Al parecer, el Papa se habría valido del ex primer ministro democristiano italiano Giulio Andreotti y del canciller alemán federal, Helmut Schmidt.

Por lo que se refiere a Andreotti, se comenta que éste tuvo dos comidas privadas con Juan Pablo II, la primera, en vísperas de su viaje a Estados Unidos, y la otra, el 3 de noviembre, un día antes de la reunión papal con los cardenales del mundo. Esas fuentes añaden que Andreotti sostuvo un coloquio de varias horas con el secretario de Estado vaticano, Cassaroli.

Interrogadas fuentes vaticanas, no han confirmado ni desmentido la noticia. Lo que sí es cierto es que Andreotti acaba de hacer unas declaraciones pidiendo a la Unión Soviética que realice un gesto de buena voluntad, mientras insistió que es necesario abrir negociaciones lo más pronto posible con Moscú. Se podría decir que la postura de Andreotti, que es presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Diputados, se acerca más a la del Partido Comunista que a la de su partido, la Democracia Cristiana. Por eso ha sido en seguida acusado de oportunismo y de querer ganarse la benevolencia de Berlinguer para un futuro inmediato.

Por lo que se refiere al canciller alemán, Schmidt, al parecer, el nuncio del Vaticano en Alemania le acaba de proponer la misma línea en nombre de la Santa Sede.

El hecho de que tanto Andreotti como Sclimidt hayan hecho en estos días declaraciones más distendidas en favor del diálogo con la Unión Soviética confirmaría que el Papa se ha querido servir de estos dos interlocutores para favorecer un diálogo con el Kremlin, sobre todo en un momento en el que Wojtyla está muy interesado en mantener buenas relaciones con Moscú.

Se puede explicar también así el relieve que el Vaticano dio el lunes pasado, a través de L'Osservatore Romano, a la consagración de arzobispo mayor para toda la jerarquía ucraniana de Nyroslav Lubachivsky (el metropolitano ucraniano de Filadelfia). Esta consagración, como ha subrayado la prensa italiana, implica la marginación del cardenal Slipij, exiliado en Roma y enemigo acérrimo de Moscú, y podría un día abrir a Roma las puertas de Kiev.

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Si estas noticias se confirmaran exactas serían la demostración del influjo que el hombre de la ostpolitik, el secretario de Estado, cardenal Cassaroli, empieza a tener ante Wojtyla, quien hasta la víspera de ser Papa no fue ciertamente un enamorado de dicha política.

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