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Polémica acogida a la novela ganadora del Goncourt

«No se puede coronar una obra escrita en un lenguaje tan anticuado», sentenció el presidente del jurado del Premio Goncourt y escritor André Bazin, refiriéndose a Cuerdas de madera, la novela de Antonine Maillet que, hace dos años, bordeó el célebre Premio de las Letras Francesas al empatar con John el infierno, de Didier Decoin.

Fue el señor Bazin quien, con su doble voto de presidente, decidió el triunfo de este último libro. Anteayer, por el contrario, la misma novelista, con el mismo «lenguaje anticuado», consiguió el galardón más cotizado de la literatura gala. Creado por los hermanos Jules y Edmond Goncourt para premiar, según su testamento, «a la juventud, a la originalidad del talento, a las tentativas nuevas y arriesgadas del pensamiento y de la forma».Antonine Maillet, canadiense de Quebec, nacida en la región de Acadia (costa del Atlántico) tiene cincuenta años. Profesora en la Universidad de Laval, la más antigua de Montreal, la señora Maillet ya era conocida en el mundo literario francés desde que, hace algunos años, fue representada una obra suya: La sagouine.

Su obra premiada ahora, Pelagie la charrette, cuenta, en definitiva, una historia de esas minorías que, en el mundo presente, ante el asombro o el cinismo de todos los «centralismos», reivindican una etnia, una cultura, una lengua, unas tradiciones. Su región natal, Acadia, en Canadá, fue expoliada en el siglo XVII por los ingleses. Pero, desde entonces, muchos de los habitantes de estas tierras, no han pensado más que en volver a su «patria chica ». El libro de la señora Maillet narra la epopeya de una mujer que, a través de mil aventuras, y recogiendo por el camino a otros «congéneres» hasta formar una verdadera tribu, vuelve a su Acadia de origen. La crítica francesa ha acogido esta novela con calor, «porque reivindica a Francia en un Quebec que se desearía libre».

Como ocurre cada año en la coqueta plaza Gaillon y en el célebre restaurante Drouant, a la publicidad del Goncourt no le han faltado ni los doscientos periodistas del mundo entero ni las enganchadas de los literatos en torno a los premios

Esta vez, la «pedrada» que organizó el escándalo en torno al premio vino de un ex jurado del mismo Goncourt, Bernard Clavel, novelista reconocido, que afirmó en vísperas de la coronación de la señora Maillet: «Los miembros del jurado no piensan, ni analizan, ni premian, más que en función de las editoriales que publican sus propios libros. »

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