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Los miltares y la presidenta del Congreso definirán el nuevo Gobierno boliviano

El Gobierno de facto boliviano dará paso a otro que definirán de mutuo acuerdo las fuerzas armadas y la presidenta del Congreso de los Diputados, Lidia Geifer, según anunció anoche el coronel Alberto Natusch en un mensaje a la nación. El coronel Natusch anunció desde el palacio presidencial, donde había sido convocada con urgencia una conferencia de prensa, el fin del estado de excepción y de las medidas que lo acompañan, incluida la censura de prensa. Parece que la intervención norteamericana ha resultado decisiva en influenciar este nuevo viraje del régimen militar boliviano.

El jefe del Gobierno militar prometió respetar a los sindicatos y no inmiscuirse en el ámbito de acción de la Central Obrera Boliviana (COB). Natusch, que se reivindicó heredero político de los presidentes Buksch y Villarroel, calificó repetidamente a su Gobierno de «nacionalista y no de derechas». Dijo: «No importaremos gorilismos; el Gobierno revolucionario del primero de noviembre busca el diálogo. Las fuerzas armadas marcharán con el pueblo, no contra él.Natusch anunció la suspensión de la censura de prensa y la liberación de los detenidos desde el golpe de Estado. Prometió también el respeto de la autonomía universitaria y la reanudación de la actividad parlamentaria, bajo nuevas modalidades, que serán negociadas con los miembros del Congreso. Dijo asimismo que serán convocadas nuevas elecciones generales, «después de perfeccionado el sistema electoral vigente ».

Las declaraciones del hombre fuerte boliviano se produjeron pasadas las doce de la noche (hora de Madrid). EL PAIS pudo saber de buena fuente que la intervención norteamericana ha resultado decisiva en el súbito viraje del régimen boliviano.

Ayer, por primera vez en muchos días, las calles de La Paz estuvieron parcialmente transitadas. Después de que la violencia del lunes y el martes se cobrara un número de vidas no precisado, pero, en cualquier caso, superior a la veintena, a primeras horas de anoche los carros de combate se habían retirado del centro de la ciudad. No obstante, seguían aún las patrullas por los barrios populares de la periferia, donde la represión ha sido particularmente intensa en los últimos días. Camiones del Ejército han sustituido al transporte público y vehículos fuertemente armados recorren todavía la capital boliviana. El aeropuerto internacional de El Alto recibió ayer, por vez primera, vuelos del exterior.

Otro problema es la escasez, provocada por las sangrientas jornadas precedentes y agravada por la falta de pago de salarios en la industria y en la Administración. Durante todo el día de ayer la radio estatal difundió constantes comunicados conminando a los huelguistas a volver a sus puestos de trabajo, retorno que presumiblemente se iniciará hoy.

Las consignas de abstención dictadas por la Central Obrera Boliviana fueron calificadas reiteradamente en fuentes oficiales de «maniobra del comunismo internacional para apoderarse del país». Las referencias al comunismo ateo han sido obsesivas en los mensajes gubernamentales, que apelaban a los «obreros patriotas» a solidarizarse con las Fuerzas Armadas.

No hay todavía noticias de la actitud de los mineros tras el mensaje del coronel Natusch. Desde hace tres días, Ejército y mineros estaban frente a frente en las cuencas de Coquiri y Oruro, sin que hasta el momento se haya registrado ningún encuentro frontal.

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