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Reportaje:

El análisis de unas sustancias podría aclarar el siniestro del hotel Corona de Aragón

La causa del siniestro del hotel Corona de Aragón, de Zaragoza, continúa sin ser esclarecida, según todas las fuentes consultadas por EL PAÍS a propósito de la revelación hecha ayer por Diario 16, de Madrid, en el sentido de que el incendio pudo ser provocado con napalm.

La información facilitada por Diario 16 aporta un dato nuevo a lo que hasta ahora había sido hecho público en torno al incendio que causó 76 muertos y 113 heridos, el pasado 12 de julio, en Zaragoza. Se trata del hallazgo de cristales de óxido de zinc en el hotel tras el incendio. Estos cristales, según asegura el citado diario que consta en el sumario, sólo se originan en temperaturas que van desde los novecientos a los 1.200 grados. Este tipo de temperatura es alcanzado no sólo con productos como el napalm, sino también con otros derivados de gasolina pura, cristales de aluminio y purpurina.Esta alta temperatura es, al parecer, superior a la que normalmente habrían debido producir los materiales propios del hotel en caso de combustión. De aquí el que, en principio, pueda aparecer como fortalecida la hipótesis de la existencia de elementos externos al hotel en la causa del incendio del mismo.

Según manifestó a EL PAÍS el juez instructor de la causa, el pasado mes de septiembre, uno de los principales puntos de trabajo en la investigación se centraba en determinar la carga térmica y la velocidad de propagación del fuego en relación con los índices normales, en este aspecto, de los materiales del hotel. Tal peritaje orientaría sobre si la causa del incendio fue solamente la freidora de churros de la cafetería del hotel, Formigal, o si hubo además algún elemento exógeno.

La detección de los cristales de óxido de zinc podría indicar esto último. En este sentido, Diario 16 señala que el informe adjuntado al sumario por parte del Gabinete Técnico Provincial de Seguridad e Higiene en el Trabajo de Zaragoza dice en sus conclusiones que «tuvieron que intervenir, de manera determinante, agentes externos».

El director de dicho Gabinete, José Luis Martín Calimendis, ha manifestado a EL PAÍS sobre este punto que «el informe por nosotros enviado al juez es un informe técnico sobre cargas térmicas del incendio, pero es sólo una parte de los informes técnicos que obran en poder del juez». Amparándose en el secreto sumarial, prefiere no emitir más información respecto de si dicho informe asegura o no la intervención determinante de agentes externos. «Lo único que puedo reconocer es que en algunas interpretaciones de los datos del sumario puede que haya equívocos.»

La posibilidad del napalm como causa del incendio externa al hotelviene a sumarse al rumor recogido en EL PAÍS el 27 de septiembre pasado sobre un elemento químico combustible en determinadas circunstancias y momentos, hipotéticamente impregnado como pintura transparente en algunas paredes del hotel. Este rumor cundió por círculos militares y policiales.

El juez: "Pericialmente falta muy poco"

El juez Rafael Soteras, del Juzgado de Instrucción número uno de Zaragoza, que instruye la causa, afirma, una vez más, «que no hay nada nuevo en torno al esclarecimiento de las causas del incendio sobre lo ya dicho a mediados del mes de septiembre». (Véase EL PAÍS de 22, 23 y 27 de septiembre de 1979.)

El señor Soteras añade que, en base a la nota del fiscal general del Estado, difundida por la Secretaría de Estado para la Información el 30 de septiembre, «si se desea saber algo más es preferible que pregunte al fiscal de la Audiencia Territorial de Zaragoza». Según dicha nota, en el sumario no había indicios para deducir que el incendio fue provocado, pero, caso de que aparecieran, el Juzgado de Zaragoza tendría que inhibirse del caso en favor de la Audiencia Nacional, por tratarse de terrorismo.

Finalmente, precisó que el sumario tardará aún bastante tiempo en cerrarse, por cuanto respecta a la recepción de las respuestas sobre los exhortos judiciales enviados a cuantos fueron afectados por el incendio. En cuanto a la recepción de las últimas pruebas periciales, «es muy poco lo que falta por hacer», precisó.

El fiscal de la Audiencia Territorial dé Zaragoza, Adelmo Rubio, manifestó que «la información lanzada por la que se determinaba el napalm como la causa del incendio no hay que darla por buería».

Y añade: «Aún hay pendiente unos dictámenes para determinar una cierta sustancia. Pero es muy difícil», insiste, «es muy difícil hacer ningún tipo de afirmación. Todavía no se ha llegado a ninguna conclusión. El sumario sigue siendo secreto, aunque las partes personadas hayan tenido ya acceso a él, y no está cerrado. Cualquier afirmación en estos momentos no pasa de ser una interpretación personal sobre los datos que constan en el sumario sin concluir.»

Turismo Zaragoza, SA: «El final no está cercano»

Gabriel Oliván, director general de Turismo Zaragoza, SA, propietaria del hotel Corona de Aragón, una de las doce partes personadas en la causa, afirma tajantemente: «No he hablado con nuestro abogado últimamente; pero, desde luego, no he sido informado de que en el sumario conste como causa del incendio el napalm o que esto puede deducirse claramente de la investigación. De haber algo así creo que lo sabría.»

Sin embargo, sí reconoce que se han hallado cristales de óxido de cinc. «Su existencia es cierta, en efecto. Estaban en la cafetería Picadilly's. Parece que sí, que estos cristales son consecuencia de una alta temperatura, por encima de la que sería normal por la combustión de los materiales propios del hotel.»

A pesar de ello, el señor Oliván no se atreve a afirmar que tal hecho signifique un fortalecimiento de la hipótesis de la existencia de agentes externos al hotel en la causa del siniestro. «Más bien indica que sólo con los elementos del hotel no era suficiente para alcanzar tantos grados de temperatura. Ir más lejos en las deducciones sería especular, de momento. »

Añade que, en el supuesto de confirmarse la existencia de tales elementos exógenos al hotel, «la mayoría de las posibilidades apuntarían hacia un atentado, pero no todas». Y comenta que, a su juicio, «el final no está tan cercano, aunque el deseo de todos los españoles, y de nuestra empresa también, sea el que la verdad luzca cuanto antes, pero no es tan fácil». También el señor Oliván remite y ratifica «lo que ya manifesté a su periódico en otra ocasión».

En el supuesto de que el sumario determinara como causa del incendio algún elemento exógeno, pero no pudiera precisar una autoría criminal, el señor Oliván entiende que «probablemente seguiría siendo responsable civil subsidiaria la empresa propietaria del hotel».

Joaquín Royo, director gerente de la compañía de seguros Caser, otra de las partes personadas en la causa, parte de la siguiente premisa: «Aunque el sumario ya no sea secreto para las partes personadas, sí se requiere discreción. Nosotros no hemos querido hablar hasta este momento, precisamente por no contribuir al confusionismo.»

Luego explica: «Nuestras inspecciones indican que el desarrollo del siniestro no fue normal. La existencia de agentes exógenos, cosas extrañas a lo que había en el hotel, parece confirmarse totalmente. En el sumario sólo consta la presunción de esta presencia. ¿Qué cosa podría ser ese factor externo? Por los análisis se sabe que las temperaturas han sido superiores a los mil grados. ¿Cómo se llega a esas temperaturas? Algo tiene que haber. Yo no puedo afirmar que sea napalm porque no lo sé. Puede ser eso o puede ser otra sustancia capaz de producir esas calorías. No tenemos más conclusión.»

El señor Royo señala que los análisis que todavía se realizan buscan la existencia de posibles residuos de los hipotéticos agentes exógenos. «Pero, al parecer», añade, «existen determinadas sustancias que desaparecen, que no dejan rastros.»

En el caso de determinar su existencia, el señor Royo entiende que «por sí solos no hicieron acto de presencia en el hotel, es decir, que estaríamos ante la intervención de, una persona; en resumen: un atentado en el que, si sólo se pretendía un golpe de efecto u otro resultado, no cabe hacer cábalas».

En cuanto al otro punto crucial de este tema, el de las indemnizaciones, el señor Royo señala que su compañía sólo cubre los daños materiales.

«Desde luego», dice, «el gran problema está en la responsabilidad civil.» Desde su punto de vista, «si realmente fue un incendio fortuito, el hotel se puede encontrar con una responsabilidad muy fuerte, pues creo que la cifra de indemnizaciones ascendería a unos trescientos o cuatrocientos millones de pesetas. Las autoridades tendrán que determinar muy bien si ha habido negligencias o no, pequeñas o grandes».

«Por otra parte, si resultara que es un atentado político», continúa el director gerente de Caser, «la responsabilidad del hotel quedaría muy menguada y, en el supuesto de que el juez aceptase que fuese nula, ¿quién pagaría? Está claro que los responsables del atentado. Pero ¿y si no se los encuentra o si son insolventes? Yo creo que sería un problema de Estado, del Gobierno, porque entraríamos en un problema de seguridad ciudadana. »

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