Schmidt descarta un "idilio" con Pekín a costa de las relaciones Bonn-Moscú
La segunda etapa del viaje europeo del jefe del Gobierno y del Partido Comunista chino, Hua Guofeng, su visita de ocho días a la República Federal de Alemania, plantea dos incógnitas fundamentales: ¿Formulará el premier chino desde Bonn un nuevo ataque a la Unión Soviética? ¿Se limitará a firmar tres acuerdos con la RFA en materia de cultura, economía y relaciones consulares, o también ofrecerá a los alemanes garantías concretas sobre inversiones y proyectos industriales de envergadura?El portavoz del Gobierno, y el propio canciller Helmut Schmidt, han recalcado, en vísperas de la llegada de Hua Guofeng, que sería «una ingenuidad política» el pretender utilizar una política bilateral (RFA-China) para encrespar las relaciones Bonn-Moscú. El canciller Schmidt se ha curado en salud recordando la virtualidad del principio de no injerencia.
Hua Guofeng, que llega mañana al aeropuerto Bonn-Colonia, se mostró comprensivo, en vísperas de su viaje europeo, al declarar en conferencia de prensa, la segunda en sus tres años como líder supremo de China, que comprende los esfuerzos de la RFA en crear un clima de distensión y seguridad en Europa. Hua evitó citar a la Unión Soviética como potencia hegemónica, pero denunció el hegemonismo como fenómeno a combatir.
En noviembre pasado, el jefe del Partido Comunista soviético, Leónidas Brejnev, remitió una carta a los jefes de Gobierno de Bonn, París, Londres y Roma en la que les advertía contra la venta de armamento a China. Hua Guofeng llega a Bonn cuando aún no parece que los mismos jefes de Gobierno hayan respondido ya a otra carta de Brejnev, cuyo contenido se desconoce en detalle, pero que, sin duda, tiene relación con las armas nucleares de mediano alcance, sobre cuyo establecimiento en centroeuropa habrá de decidir la OTAN en diciembre.
En cuanto a las perspectivas de relanzamiento de los negocios con Pekín, el Gobierno, las cámaras de industria, los grandes consorcios y los bancos ven a punto de superar se el período de atonía relativa que siguió a la «gran euforia china» del año pasado. Tras los «negocios del siglo» que la RFA se prometía y que comenzó a llevar a cabo a primeros de 1978, ahora debe orientarse hacia operaciones de menor monto, en principio, atendiendo la reestructuración del comercio exterior de Pekín.
China ha pospuesto la potenciación de su industria pesada para otorgar prioridad a la industria ligera, mecanización del campo y fuentes de energía. En los tres sectores la RFA cuenta con una tecnología de primer orden. El problema mayor radica en la financiación de los proyectos que se pongan en marcha. Pekín está dispuesto a nivelar su balanza comercial respecto de Bonn. Esta es claramente favorable a los alemanes: el año pasado, la RFA exportó por valor de 1.800 millones de marcos, mientras que en Alemania Federal entraron productos chinos por un total de 571 millones. En cifras relativas, en los ocho primeros meses del año en curso, la RFA ha incrementado sus envíos en un 57%, mientras que China ha experimentado el mismo fenómeno en sólo un 20%.
Importantes créditos alemanes
La tendencia actual de Pekín a aceptar créditos implicará, según los expertos, una profunda reforma legislativa y estructural que, incluso, podría llevar a Pekín a comprometer su reserva en divisas. La RFA está dispuesta a facilitar al máximo este tipo de créditos y, al parecer, ofrecerá un volumen crediticio que, según medios del Gobierno, podría equivaler a un tercio del otorgado a los soviéticos, cifrado en 9.000 millones de marcos.
La disponibilidad hacia la reactivación de las relaciones comerciales con Pekín, por parte alemana, corre pareja con la cautela. China es amiga de plantear competitivamente sus proyectos cuando se trata de buscar tecnología en el exterior. Los alemanes han aprendido también a ser cautelosos y a convencerse de que los chinos cumplen su palabra, siempre que medie un compromiso escrito, según advirtió en su día el presidente de las Cámaras de Industria y Comercio, Von Amerongen.
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