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Tony Benn: la soledad del corredor de fondo

Después de Brighton, el laborismo británico camina decididamente hacia una polarización entre el liderazgo del partido y su grupo parlamentario, mayoritariamente a la derecha, y el comité ejecutivo y el congreso anual, dominados por posiciones izquierdistas. Brighton abre también la sucesión de James Callaghan y anticipa probablemente el regreso a su granja de Susex. En cinco meses, Callaghan ha perdido las elecciones y ha sido vapuleado por la base de su partido.El principal artífice de la derrota de la línea conservadora encarnada por James Callaghan, Anthony Benn, su ex ministro de Energía, está a su vez condenado a ser el perpetuo aspirante de la izquierda a la jefatura del partido. Benn ha ganado dos batallas -el control por la conferencia del partido del manifiesto electoral y el poder de las circunscripciones locales para presentar o no a la reelección a sus diputados-, pero ha perdido la fundamental: el grupo parlamentario laborista seguirá eligiendo al líder del partido. Y en ese grupo la izquierda del señor Benn, diezmada en las elecciones de mayo, no cuenta ni siquiera con un tercio de las voces.

Para los militantes laboristas, Brighton es importante porque amplificará su punto de vista a la hora de determinar el rumbo político del partido. Para el señor Benn, además, las resoluciones aprobadas deben de haber compensado más que sobradamente su decisión de mayo pasado por la que renunciaba a la candidatura al gabinete fantasma para dedicarse, como simple parlamentario, a una crítica en profundidad de la trayectoria de su partido y las reglas que prevalecen en la designación de sus líderes.

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