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CIENCIA

Córdoba, sede de un encuentro mundial de científicos y pensadores

Córdoba es la sede, desde el pasado lunes, de un ambicioso encuentro entre científicos y pensadores, procedentes de varios países del mundo, ante la convocatoria del Coloquio Internacional sobre «Ciencia y conciencia», organizado por France Culture, de Radio Francia. En el importante encuentro, al que asisten varios premios Nobel, van a ser tratadas las relaciones entre fenómenos tan complejos como la mecánica cuántica, el psicoanálisis, o la neurofisiología del cerebro.

Con la presentación de las comunicaciones sobre «interpretación de la mecánica cuántica y sus consecuencias para una filosofía de la conciencia» comenzó el lunes en Córdoba el Coloquio Internacional sobre «Ciencia y conciencia», organizado por France Culture, de Radio Francia, y auspiciado por el Ayuntamiento de Córdoba y la Diputación Provincial, en cuyo palacio de la Merced se desarrollan los debates. Presidieron la sesión inaugural, dedicada a las aportaciones de la física, el premio Nobel Brian D. Josephson y el director de investigaciones del CNRS francés, Olivier Costa de Bauregard.Abrió la sesión el director de France Culture, Ives Jaigu, con una salutación justificativa de las razones del coloquio y la idoneidad de su sede, aludiendo a la ruptura ocurrida en Córdoba en el siglo XIII entre el pensamiento racionalista de Averroes y el espiritualista de Ibn Arabí.

Las comunicaciones sobre el terna fueron presentadas por David Bohin, profesor de Física Teórica de la Universidad de Londres, el citado Costa de Bauregard y Fritjof Capra, profesor de Física Teórica del Laboratorio Lawrence Berkeley, de la Universidad de California.

El Tao y la mecánica cuántica

Aspectos tales como el universo y la conciencia, el cosmos y el conocimiento o las aproximaciones, ya milenarias, de la filosofía oriental, especialmente el Tao, sobre aspectos que la mecánica cuántica ponen de actualidad, ocuparon los debates de los especialistas de numerosos países que interdisciplinariamente compartieron sus criterios.En el transcurso de los debates, donde se situó a la conciencia como un aspecto de la materia y se habló del intento de la ciencia de limitar a la conciencia a una línea mecanicista, subsiguientes a la comunicación presentada por el profesor Capra, en una de sus intervenciones, el profesor David Bolim se lamentó diciendo: «¿Puede de alguna manera explicar la ciencia al científico como ser humano? Si tenemos conciencia de que el 40% de la ciencia está dirigida a aplicaciones militares, ¿reparamos en que el científico no puede controlar este poder? ¿Acaso puede controlar la violencia? Hemos propiciado los medios para destruir cien veces el mundo y estos medios están incontrolados por el científico.»

Para EL PAÍS, el profesor Bohm explicaría al final: «Quiero dejar claro que no creo que los políticos sean dueños de este control. Considero a todos con las mejores intenciones posibles, pero este poder está incontrolado. La culpa es de la incapacidad humana de comunicarse. Mientras la gente se considere como conjunto de individuos separados, cada uno esclavo de su opinión fija e inamovible, no habrá forma de establecer una armonía. El gran poder desarrollado por la ciencia, que debería de ser aplicado en beneficio de la humanidad, impondría que todo el mundo se sintiese recíprocamente independiente; pero las ideas del hombre están ancladas en actitudes primitivas de independencia. Esto es tan anómalo como si un órgano del cuerpo actuara independientemente; el resultado sería el cáncer. Esto es lo que puede ocurrir en la sociedad, a no ser que la mentalidad humana consiga cambiar. Esto requiere no simplemente el estudio de la conciencia, sino también una transformación de la conciencia. La naturaleza está siendo destruida y, al mismo tiempo, no resulta posible establecer una mínima prosperidad económica. Ningún problema de estos puede ser resuelto si no se acepta como un problema mundial, globalmente. Pregunto yo: ¿les alcanza sentimiento de mala conciencia ante el propio avance de la ciencia y su descontrol?»

«Entiendo que pregunten por el sentido moral, de culpabilidad», concluyó. «En este terreno, pienso que la culpabilidad es un sentimiento destructivo y las personas que se sienten culpables únicamente desean volver a la inocencia, sin analizar qué les impulsó a equivocarse. En definitiva, pienso que las cosas seguirán haciéndose mal una y otra vez; eso sí, deseando sentirse inocentes. Y acaso, como aquí en Córdoba, de cuando en cuando la ciencia buscará la inocencia. Creo y deseo que la humanidad llegue a un nuevo nivel de inocencia, que incluya al conocimiento científico y cómo utilizarlo.»

Estados alterados de conciencia

En la segunda sesión se abordó la temática central del coloquio desde la perspectiva neurofisiológica. Yujiro lkemi, presidente del Colegio Internacional de Medicina Psicosomática del Japón, dio lectura a una comunicación sobre «Estados alterados de la conciencia», aportando los hallazgos de la ciencia oriental datables electroencefalográficamente en el transcurso del sueño, la vigilia y los estados de concentración y meditación trascendental. El debate subsiguiente, así como el promovido por la comunicación del presidente de la Sociedad Internacional de las Técnicas de la Imaginaria Menti 1, profesor André Virel, de la Universidad Pedro y María Curie, dieron motivo a intervenciones interdisciplinarias de otros científicos a un nivel que el premio Nobel de Física Brian D. Josephson calificó de «muy alto y con debate muy interesante ».El profesor Josephson, que continúa trabajando en Cambridge, tras merecer el Premio Nobel por sus investigaciones en el campo de la superconductibilidad, confesó sin ambages el nuevo giro de su trabajo: «Estoy tratando de entender la relación entre la conciencia y la inteligencia.»

Difícil se hace encontrar anécdotas entre el rigorismo científico de las intervenciones; pero cuando alguna surge es capaz de hacer al oyente de la traducción simultánea salir de los almohadones con que se han hecho comportables los sobrios, amplios, monacales de la Diputación de Córdoba. Así, en el debate subsiguiente a la intervención del profesor Virel sobre niveles de vigilias y estados de conciencia, el francés Jean Pierre Schratzler, jefe de clínica psiquiátrica, dejó temblando en el salón una terrible interrogante: «¿Se puede pensar sin cerebro y sin manos?» No es esta ingeniería de lo futurible, sin embargo, el marco del coloquio, sino el intercambio más riguroso de la última ciencia del mundo. Y del pensamiento, como demostró la intervención del filósofo Gilbert Durant, director del Centro de Investigación de lo Imaginario, quien, invitado a hacer uso de la palabra por el presidente, tras confesarse seguidor del método fenomenológico, por las vías husserlianas del maestro de Friburgo, vino a decir que, a pesar de tanto avance de la ciencia, «es impensable imaginar una revolución científica sin una previa revolución filosófica».

Quizá la anécdota más amable, producto de la mayor descortesía, la provocó EL PAÍS al preguntar a Brian Josephson: «¿Le gusta el cine de Woody Allen?» La respuesta fue absolutamente inglesa: «La pregunta está fuera de contexto.» Y siguió volando por los claustros del ex convento mercedario, camino de la ciencia y otras concatenaciones de lo abstuso, dejándonos ensimismados junto a la intérprete.

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