Mack inaugura en Venezuela una fábrica de motores
La empresa multinacional Mack, que desde hace meses se enfrenta abiertamente a la española Pegaso por el control de la fabricación de motores pesados en Venezuela, inauguró en Ciudad Bolívar, sin autorización formal del Gobierno de Caracas, una instalación dedicada a tales fines. Directivos de la compañía, llegados expresamente de Estados Unidos para asistir al acto, afirmaron enfáticamente que «nadie podría parar» el proceso de desarrollo de la empresa.
Pegaso podría iniciar una demanda por daños y perjuicios contra la multinacional norteamericana. Igualmente, el Gobierno venezolano (que parece realmente decidido a respetar el convenio firmado con los españoles) podría decretar el cierre de la factoría inaugurada.
Mack señala que existe un acta-convenio, firmada por el anterior Gobierno, por la que se le autoriza la instalación de una fábrica de motores diesel pesados. Pegaso aduce que dicha acta está anulada por un contrato formal, suscrito en fecha muy posterior, por el que el Ministerio de Fomento venezolano concede a Pegaso la «fabricación exclusiva», hasta finales de 1985, de dichos motores, tanto para el mercado venezolano como para la exportación. El Instituto de Comercio Exterior de Venezuela, en cumplimiento de las normas del acuerdo de Cartagena, comunicó oficialmente al Pacto Andino que se había elegido definitivamente el motor Pegaso para el cumplimiento de la parte asignada a Venezuela en el programa automotriz de dicho organismo integrador. La inauguración de la planta Mack, que ocupa una superficie de tres mil metros cuadrados, ridícula en comparación de los doscientos mil construidos por Pegaso para su complejo de Cumana, añade una nueva circunstancia preocupante, en el conflicto cuando se pensaba que estaba definitivamente en vías de solución.
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