La difícil devolución de la tierra
Tras la revolución de los claveles se produce una serie de ocupaciones de tierras, especialmente a lo largo de 1975, en el sur de Portugal, donde hasta entonces había prevalecido el absentismo latifundista. En 1976 se calculaba que habían sido ocupadas 1.200.000 hectáreas, organizadas por el sistema de granjas colectivas.En 1977, el ministro socialista de Agricultura, Antonio Barreto elaboró una ley, aprobada el 22 de julio con el apoyo del Partido Socialdemócrata, en la que se preveía la devolución de las tierras ilegalmente expropiadas a sus antiguos propietarios. La puesta en marcha de la ley Barreto chocó desde el principio con la oposición violenta de los 100.000 trabajadores agrícolas beneficiados por las ocupaciones y del Partido Comunista portugués. Finalmente, Antonio Barreto dimitió sin que su reforma se hubiera prácticamente iniciado.
En octubre de 1978, el Gobierno presidido por Nobre da Costa decidió continuar con el programa de devoluciones. La iniciativa fue recogida por su sucesor, Carlos Mota Pinto, y entre octubre de 1978 y mayo de 1979 se reintegró a sus antiguos propietarios un total de 169.981 hectáreas, en medio de continuos enfrentamientos entre la Guardia Nacional Republicana y los campesinos. La forma, a veces brutal, en que se han realizado las operaciones y la interpretación de las disposiciones legales por el Gobierno, siempre en el sentido más favorable al propietario, ha hecho que las denuncias no se limiten ya al Partido Comunista, sino al propio Consejo de la Revolución e incluso a algunos miembros del Partido Socialista.
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