UCD no consiguió apoyos claros para su programa económico
Felipe González, presidente del Grupo parlamentario Socialista, rompió ayer en el Congreso un largo período de mutismo e intervino ante la Cámara para precisar la postura de su partido ante el programa económico del Gobierno. Lo hicieron también Santiago Carrillo, Fernando Abril y portavoces de los demás grupos representa dos en la Cámara, aunque no a nivel de cabezas de fila.
La sesión fue mucho más distendida y de guante blanco que la del día anterior. Comenzó Fernando Abril, que durante una hora, con el hemiciclo a medio llenar, respondió a los planteamientos hechos por los representantes de los grupos parlamentarios. Moderó su lenguaje al referirse a la intervención de Santiago Carrillo y se refirió ampliamente a los comentarios del socialista Enrique Barón.
Control de la Seguridad Social
Con carácter más general, el señor Abril señaló que, en su opinión, se había producido en la Cámara una convergencia de criterios sobre aspectos sustanciales del programa, tales como la necesidad de controlar el gasto de la Seguridad Social, así como de la neutralidad de sus cuotas en salarios y costes salariales. Lo importante, dijo Abril, es generar una dinámica social sobre la necesidad de reformar la Seguridad Social y no proceder al viejo estilo (lo que se llama franquismo) de utilizar el recurso a leyes más o menos grandilocuentes. Lo importante, dijo, es el lenguaje de los hechos. Respondiendo a los partidos de izquierda, anunció que la reforma fiscal no va a convertirse en agua de borrajas ni se va a privatizar la Seguridad Social. Lo que hay que hacer, señaló, es socializarla, que quiere decir desestatalizarla y hacer que la sociedad sea responsable de su gestión. Se refirió también a la necesidad de que las fuerzas sociales, sindicatos y patronos, refuercen sus sistemas de concertación y encuentro. Defendió la intervención del Estado en materia salarial de forma directa en el sector público y como recomendación en el privado.
Crítica a las movilizaciones
Pasó a continuación a comentar el proyecto de estatuto de los trabajadores y a criticar -sin acritud- las posiciones de CCOO de oponerse abiertamente a él con movilizaciones en la calle.
En sus últimas palabras defendió posiciones de negociación. «La crisis», dijo, «impone negociar, negociar y negociar; negociar cuantas veces sea preciso antes de usar la fuerza, aun cuando ésta sea constitucional. No hay que sacar la artillería gruesa. En la negociación», añadió, «deben participar sindicatos y patronales. Dentro de unos días presentaremos el Presupuesto, y en él están contenidas las pautas salariales y los objetivos económicos para 1980. A partir del Presupuesto deben establecerse las negociaciones.»
Finalizó señalando que la crisis será larga y que de ella el país saldrá fortalecido o iniciará un proceso de decadencia que nadie quiere. Así ocurre siempre en las crisis, añadió.
Al señor Abril respondieron los representantes del PSA, señor Arredonda, y de la Minoría Catalana, señor Trías, que puntualizaron sus motivos de desacuerdo con el programa, que no son en absoluto sustanciales. Habló también el señor Sagaseta, que pidió la municipalización del suelo urbano, y el señor Osorio, que insistió en que el programa copiaba buen número de propuestas antiguas de Coalición Democrática. Ernest Lluch, del Grupo Socialista Catalán, reiteró sus críticas al Gobierno por la falta de un programa contra el paro y destacó la falta de organización de la política económica.
Guante blanco de Carrillo
La intervención de Carrillo, esperada después de la andanada que le lanzó el señor Abril el día anterior, fue de guante blanco. Ocupó unos minutos más de los reglamentarios y fue seguida con gran atención. Criticó a Abril por lo que llamó show de otoño. Las negociaciones, dijo, eran un artilugio del vicepresidente, cuando ya tenía en el bolsillo la decisión de Suárez de convocar elecciones. Se trataba de ganar tiempo. Carrillo dijo que él no había mentido, aunque reconoció que la oposición siempre tiene menos datos que el Gobierno.
Carrillo reiteró su actitud negociadora y la de CCOO, que está esperando un gesto del Gobierno para tratar de llegar a un acuerdo acerca del estatuto de los trabajadores. Finalizó sus palabras diciendo: «No nos vamos a amedrentar por circunstancias extraparlamentarias y no vamos a dejar de defender los intereses de los trabajadores.»
A continuación, tomó la palabra Felipe González, que comenzó criticando el hecho de que el presidente Suárez, después de suspender su viaje a América, no haya dado explicaciones en público sobre este hecho, que preocupa a todo el país. «Con estas actitudes», dijo, «no se clarifica la situación, ni se genera confianza en los sectores económicos». Defendió después la posición de oposición de su partido, en respuesta a las alusiones habituales del PCE sobre la falta de presión socialista. «No vamos a caer», dijo, «en una dinámica verbal de presión o negociación, el PSOE hará su oposición coincidiendo o no con los comunistas, pero será crítica, dura, responsable y constructiva». Siguió criticando el egoísmo y la irracionalidad de los pueblos que quieren salir de la crisis a costa de la explotación de otros.
Más adelante, se refirió a la falsa contradicción entre economía de mercado y planificación. «La planificación», dijo, «es necesaria, y en la Constitución se habla de ella. Es lógico qué el actual Gobierno de derechas (y esto no es despectivo) acentúe el mercado y que en nuestro caso reforcemos el argumento planificador». «Ello», añadió, «no implica que con UCD se ahogue el sector público, y con el PSOE se haga otro tanto con el privado». «Hoy», dijo, «y hasta ahora, el Estado ha intervenido en la economía, pero lo ha hecho desordenadamente, para tapar agujeros». Criticó la retirada del Gobierno de la mesa de negociaciones del sector naval (véase página 45 de esta edición) y reclamó la reanudación de las conversaciones.
Despotismo ilustrado y UCD
En este punto formuló una crítica a la actitud de despotismo ilustrado que practica UCD cuando dice que en los Presupuestos establecerá la pauta salarial para 1980 y que a partir de ella el sector privado debe negociar. «El Gobierno tiene», dijo, «que dar cancha a las partes sociales y reforzarlas». «Es preciso», añadió, «que comience a funcionar el Consejo Económico Social, como lugar de encuentro de las fuerzas sociales. Esta demanda fue luego apoyada por UCD a nivel de resolución. Criticó luego la falta de medidas contra el paro, así como la actitud del Gobierno de castigar al parado y no de evitar la picaresca del desempleo. Alertó sobre la gravedad del paro agrario en Andalucía y pidió al Gobierno que asuma riesgos para enfrentarse a este problema (véase página 43, referida a este tema). Finalizó destacando la actitud de todos los sindicatos, con la única excepción probable de CCOO, de negociar con el Gobierno para hacer frente a la crisis. Finalizó el turno de intervenciones el portavoz de UCD, señor Gamir, que reiteró los argumentos a favor del programa. Con cierta timidez recordó al PSOE que aún no ha conseguido concretar su programa económico.
Por la tarde se procedió a la votación de las distintas resoluciones presentadas acerca del programa.
Las resoluciones aprobadas presentan declaraciones de gran generalidad, aunque incorporan algunos compromisos para el Gobierno para la presentación de diversos proyectos de ley e informes ante la Cámara. El partido centrista no consiguió reunir nada más que algunos apoyos minoritarios para sus propuestas. Pese a ello, apoyó con sus votos algunos de los puntos de las propuestas socialista y comunista y toda la propuesta de las minorías vasca y catalana. En esta ocasión, las propuestas del Grupo Andalucista no consiguieron el apoyo del centro ni de la izquierda, que se abstuvo en la votación. El vicepresidente Abril, al final de la sesión, se mostró satisfecho y señaló que el programa había pasado el examen con éxito.
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