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Cinco mil pequeños comerciantes exigieron la eliminación de la venta ambulante

La huelga de pequeños comerciantes, convocada para la tarde de ayer por CEPYME (Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa), no tuvo prácticamente resonancia alguna. El cierre de comercios fue puramente episódico, sin una incidencia real en la vida de la ciudad. Entre otras cosas, porque los propios pequeños comerciantes han rechazado la actuación de dicha organización empresarial, a la que acusan de oportunismo. En la asamblea celebrada ayer, en el colegio Buen Consejo de los Agustinos, a la que asistieron unas 5.000 personas, se criticó duramente la política municipal y gubernativa, la postura mantenida por grandes almacenes y organizaciones empresariales, y se pidió que se erradique de forma tajante la venta callejera. Entre los objetivos aprobados figura la creación de una federación de pequeños comerciantes.

La asamblea transcurrió en perfecto orden en todo momento. Previamente, Alfonso García, presidente de los detallistas de frutas y verduras, advirtió a la prensa que no se pensaba acudir a la huelga, al menos de forma inmediata y que el cierre de algunos comercios en la tarde de ayer se debía tan sólo a que sus propietarios habrían decidido acudir a la asamblea.Tomó la palabra en primer lugar Primitivo Sanz, presidente de la asociación de comercios de alimentación La Unica, quien insistió en que la asamblea era totalmente apolítica y que se rechazaría cualquier intento de mezclar la política con el comercio. El señor Sanz hizo una distinción entre la venta ambulante de tipo ferial, trashumante, o la venta tradicional, como la de la plaza Mayor, con el fenómeno de venta callejera aparecido en los últimos años, a la que calificó de bastarda e ¡legal, y se pronunció en contra absolutamente del anteproyecto de regulación elaborado por el Ayuntamiento.

En otro momento se criticó duramente la actuación del Ayuntamiento de izquierda en este sentido. Se recordaron las promesas electorales de los partidos en cuanto a la participación de los sectores implicados en cada conflicto, y se rechazó la afirmación de Tierno Galván de que la asamblea se perfilaba como un acto coactivo. «Esto es algo puramente informativo, que va a permitir dotar de voz a un sector que no ha sido escuchado».

A continuación habló Alfonso García de Haro, quien, con un tono más vehemente y un lenguaje más agresivo (habló textualmente de enemigos, luchas, salir a la calle, etcétera), propuso la creación de una federación «para pequeños comerciantes regida por nosotros mismos». El señor García criticó la postura oportunista de la CEPYME, ligada a la CEOE, «que quiere protagonizar un movimiento al que se ha apuntado a última hora de manera vergonzosa y ha utilizado unos argumentos que no reconocemos como nuestros».

ConclusionesTodos los oradores insistieron en que la asamblea reunió a una cuarentena de asociaciones gremiales, sin que ninguna organización empresarial del pequeño comercio haya tenido nada que ver. El señor García atacó después a los grandes almacenes, por su negativa a sofidarizarse con los planteamientos de la asamblea, y después lanzó sus andanadas contra la política de creación de hipermercados. Propuso como alternativa la reconversión de las estructuras del comercio, respetando los derechos de los pequeños y ayudándoles a sobre -llevar los cambios necesarios, incluso con la facilitación de créditos. Su intervención fue muy aplaudida y terminó pidiendo un voto de confianza para que los promotores de la asamblea pudieran llevar una postura solidaria y fuerte al Ayuntamiento.

Habló en tercer lugar Alberto Colás, quien, en un lenguaje más técnico, criticó la política del Gobierno de cortar los créditos a los pequeños comerciantes, mientras favorecía a los grandes almacenes y cadenas de distribución.

La asamblea aprobó, con un fuerte aplauso, las conclusiones presentadas. Estas se refieren a la ratificación de su deseo de dialogar con el Ayuntamiento sobre la venta ambulante, después de tacharle de antídemocrático por la afirmación de un concejal: «Habrá venta ambulante, les guste o no.» También se exigió la retirada del anteproyecto municipal y la redacción de otro nuevo en el que estuvieran presentes los pequeños comerciantes, amas de casa, Administración local y central. Mientras tanto, se exige el cumplimiento de las normas vigentes, lo que implica la erradicación absoluta de la venta ambulante, y que los 3.000 puestos de venta vacíos repartidos por galerías y mercados se pongan a disposición de quien desee dedicarse a esta actividad. Se pidió la participación en las juntas de distrito, desde donde se estudiarían por barrios los problemas de abastecimiento y la posible elaboración de reglamentos. Como colofón, se aprobó una consideración taxativa: «La vía pública es de todos y nadie puede ocuparla, aunque tenga el pretexto de haber pagado unas tasas.»

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