André
André no sabe dónde ha nacido, pero tiene pasaporte francés, ojos nipones y una personalidad lúcida y violenta, que está entre genio de algo y,campeón de lucha libre en el Campo del Gas.André, que es todo un científico, no un mago, brujo, gurú ni celestina de los que ahora andan, viene a mi casa para sumergir mi cuerpo de olmo viejo en una teoría de baños herborísticos y salutíferos:
-A ver si damos, André, con otro milagro de la primavera.
(Uno está muy machadiano desde que uno estuvo en Soria este verano -ver columna en este periódico-, se retrató en San Saturio y denunció lo del puente sobre el Duero, con gran enfado de las fuerzas vivo/muertas, según me cuenta una monja soriana.)
André cuenta que los aviadores de la guerra mundial tomaban arándanos para la buena visibilidad nocturna. André se remite con mucha frecuencia a la guerra mundial, pero él, por edad, me parece que no puede haberla vivido. ¿Qué otras secretas guerras ha vivido mi querido y violento André?
-Estás rodeado de pintura tenebrista -me dice-. A ti te gusta Bacon, prefieres el retrato tuyo en que estás más viejo. Tú tienes un agujero negro en tu personalidad y no sé si quieres curarte o tienes derecho a tu enfermedad, a tu cuerpo, como todos lo tenemos. Te voy a regalar un dibujo de Bacon.
-Pero, André, un dibujo de Bacon son muchos miles de libras.
-¿Es que tú cuentas la amistad por libras?
Vive en el Arroyo de la Miel, de Benalmádena, convive con las gentes del Arroyo, con o sin mayúscula, su actual mujer (naturalmente ha habido otras) es muy hermosa, y tiene un hijo. La gente va a verle de todas partes, pero André se niega a hacer curaciones milagrosas. En su tarjeta pone «herbólogo».
-Me paso la noche viendo enfermos, me ducho en agua helada hasta que me sale humo de la piel, duermo dos horas diarias, hago escultura y pintura. Mi último libro lo recogí de las librerías de Suiza, pidiendo casi limosna para comprar toda la edición. Estaba arrepentido de haberlo publicado.
De pronto hay en él un rafagueo de justicia social o humanitarismojusticiero, que le llena de santa ira, pero no me parece un hombre político.
-Huyo del milagro, de la magia, de la hechicería, del hinduismo, de todo eso que tan bien conozco y en lo que no creo. La gente espera el milagro, necesita el milagro. Llaman milagro a todo lo que es ciencia que ellos ignoran.
No soporta la farsa social y se soba continuamente los zapatos snobs, dicen que remedia cánceres y hace expulsar piedras del riñón. Habla un castellano erosionado de francés, erosión que él quiere contrarrestar acentuando la españolía con una continua expresividad de tacos, diccionarios público/ secretos, miembros corporales, realidades sexuales y palabras del eterno argot español de cama.
-Dalí me regaló un cuadro y lo tengo clavado en la pared con cuatro chinchetas.
Cuando digo algo con lo que está de acuerdo se levanta y me da la mano. Es uno de esos hombres con quienes uno tiene la sensación de estarse examinando de algo, sin dejar, al mismo tiempo, de ser examinado por él. Es uno de esos hombres que hacen concomitar ya la medicina con todas las otras ciencias. D'Ors decía que la elección está entre ser ángel o ser mineral. La nueva ciencia ha descubierto quizá que somos unos minerales que se creen ángeles. André promete enviarme muchas cosas. De momento hay una amistad. Y una posibilidad de bañarse dos veces diarias en el mismo río heraclitano, enriquecido con la herborología de André, que algo tiene de Heráclito insomne, panteísta y atroz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.