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Música y mitología en el próximo Festival de Venecia

El II Festival de Música Contemporánea de Venecia, organizado en el seno del ente autónomo de la Bienal, y que se celebrará del 25 de septiembre al 20 de octubre próximos, tendrá como tema vertebral el de la música y la mitología, tema que ha sido elegido, según los organizadores de esta sección, por el renovado interés que las nuevas generaciones culturales muestran hacia los arquetipos mitológicos y sus valores primarios, como modo de reconstrucción y recuperación de todo un universo lingüístico, más allá de las tendencias descompositivas y meramente fenomenológicas típicas de los años sesenta.La tendencia mítica, más evidente en la parte teatral de los encuentros musicales, es un hecho cierto en las nuevas artes y presenta un problema de crecimiento, que esta edición del Festival Internacional se propone empezar a dilucidar: el contacto entre la música y el mito, que ocurre en determinados momentos -y se verifica históricamente- por alguna instancia aún no suficientemente investigada y clarificada. A tal fin, se publicará para el consumo de estos encuentros un volumen de estudios y textos sobre este tema, que se debatirá en dos sesiones para musicólogos y estudiosos.

La parte temática de la Bienal de Música tratará además, en la práctica, sobre algunos espectáculos, de los que hay varios especialmente encargados por la institución veneciana. Entre otros, la obra Codornices enterradas (Cailles en sarcophague), de Salvatore Schiarrino y Giorgio Marini, alude a mitologías deterioradas, como las modas, la fotografía, la crónica negra y la novela rosa, de las que aflora la mala conciencia de la memoria, con fragmentos de visiones angustiosas, como antiguas ruinas, sirenas y victorias aladas, ágapes funerarios o ceremonias rituales. El Prometeo liberado, de Francesco Carluccio, recupera fragmentos del poema de Shelley y se presentará dirigido por Pier Allo. Es una ópera de cámara concebida como la dilatación de un madrigal fundamental que, entre cada recurrencia, deja sitio a diversos momentos musicales. Treemonisha, de Scott Joplin, que aunque data de 1911 está inédita en Europa, desarrolla una fábula bien extraña: la cuestión del acatamiento o no de una cultura ofrecida a través de una liberación: vivir los modos de pensamiento de los patrones culturales liberadores o reproducir objetos rituales y relatos mitológicos de la cultura racial perdida. Por otra parte, Orfeo, de Antonio Sartorio, vuelve, después de tres siglos, a su sede primitiva, bajo la dirección de Giancarlo Gobelli. Se trata de la primera reposición moderna del melodrama posverdiano, que tuvo enorme aceptación en la época barroca, con la que la Bienal intenta retomar, siquiera marginalmente, la investigación de la tradición melodramática, en gran parte desconocida. Y, por último, completa la sesión mitológica-teatral la lectura dramática del Fausto de Eisler, al cuidado de Mauricio Scaparro, y que cuenta con la cantante-actriz Gisela May. Se trata este Fausto de una ópera incompleta, cuyo libreto se publicó en 1953, y que despertó una violenta polémica entre los críticos y filósofos marxistas.

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