Lerroux vuelve a Barcelona
Dos hechos tan importantes como significativos han sido noticia en estos días en Barcelona, y que vienen a configurar el ambiente político que empieza a detectarse en vanos partidos políticos catalanes a raíz de las declaraciones del líder del PSA, Alejandro Rojas Marcos.Me refiero, en primer lugar, a la noticia recogida por la prensa de Cataluña sobre las tensiones que existen dentro de UCD en Cataluña entre lo que podría llamarse «grupo catalanista» y «grupo castellanista», tensiones que al parecer han llegado a un punto crítico como consecuencia de un artículo escrito por Pedro Penalva y publicado el pasado día 29 de agosto en ese diario, artículo que se me antoja de más trascendencia y profundidad, si cabe, que las ya conocidas declaraciones de Rojas Marcos, en las que Pedro Penalva hacía un análisis político-cultural de las comunidades catalano y castellanoparlantes y denunciaba lo que él llamaba el terrorismo cultural que el catalanismo puede imponer de una manera solapada. a los castellanoparlantes en Cataluña después de la implantación del Estatut. A este artículo habría que añadir la noticia aparecida el día anterior en ese mismo periódico sobre las presiones de ciertos sectores catalanistas para que no fuera nombrado Pedro Penalva como delegado de Cultura en Barcelona, por riesgo, según las versiones del grupo catalanista, de que tal nombramiento pudiera interpretarse como «lerrouxismo», palabra que sospechosamente suena repetidamente, como sí de una consigna se tratara, por boca del catalanismo político en momentos clave de la vida política catalana.
La segunda noticia, que es muy reciente, sin habérsele dado el relieve que correspondía, aunque no por ello menos importante, se refería a la sorprendente dimisión del primer secretario del PSC-PSOE en Barcelona, Francisco Parra, dimisión que por frases suyas, según recogía la prensa, se debía, entre otras cuestiones, al «excesivo nacionalismo», que él interpretaba como «un lerrouxismo al revés», frases muy significativas que vienen a confirmar ciertos aspectos de las declaraciones de Rojas Marcos.
Ya él pasado año, la elección de Francisco Parra como primer secretario en, Barcelona del PSC-PSOE suscitó fuertes críticas por parte de los sectores catalanistas del partido (por supuesto del PSC), que le achacaban una excesiva «postura castellanista», que iba en contra de la política nacionalista practicada por el PSC.
Si a estas dos noticias se unen las posibles presiones, aunque sin confirmar, que puede haber sobre los principales dirigentes del PSUC por parte de las bases de origen andaluz, extremeño, etcétera, achacándoles igualmente una política excesivamente «catalanista», con un cierto abandono de los derechos culturales, lingüísticos, del importante sector castellanoparlante (no hay que confundirlo con los derechos sociales de los trabajadores, que, por supuesto, son comunes), se puede sacar una fácil conclusión, aunque se le haya querido restar importancia, de que, efectivamente, existe un problema muy específico que está por encima de partidos políticos, problemas que precisamente fueron expuestos por Rojas Marcos y que, a la vista de los acontecimientos, están dando la razón al líder del PSA.
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