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Reportaje:La situación escolar en España /1

La escuela en Santander no guarda relación con su nivel de vida

«Si Otero Novas, nosotros tampoco», es uno de los muchos cartelones que lucen las paredes de Santander como última protesta de los profesoras de EGB que no quieren abandonar Cantabria para ejercer su profesión.De hecho, cuando la Delegación del Ministerio de Educación convocó a los provisionales al salón de actos de la Cámara de Comercio, el pasado día 6, para la elección de destinos, el delegado, Miguel Angel Sanz, esperaba lo peor. Los días anteriores, en reuniones y tribunas informativas, se había ido caldeando el ambiente de las declaraciones y estaba claro que los maestros no iban a abandonar la lucha sin rechistar.

Cuando el delegado fue llamando a los presentes, uno por uno, para que eligieran su destino fuera de Cantabria, se encontró con que los primeros citados no se movieron de su asiento y los que lo hicieron estuvieron a punto de ser linchados, entre abucheos, aplausos y lloros de las incautas profesoras que intentaron la elección.

La intervención del delegado no arregló las cosas; todo lo contrario. «A la vista de que no se consiguió normalizar la situación -diría al día siguiente una nota oficial-, sino que crecía a cada momento el grado de tensión, se suspendió temporalmente el acto.»

En la misma carta, Miguel Angel Sanz anunciaba también que, «consultada la superioridad», la elección de los destinos se realizaría, a partir de entonces, por escrito.

Los maestros se encierran

Aquel mismo día, la asamblea de profesores de EGB decidió encerrarse en una escuela popular del barrio de San Francisco «para seguir la lucha contra las disposiciones del Ministerio, que perjudican claramente a la enseñanza en Cantabria, poniendo como plataforma reivindicativa mínima» -condición, dijeron, sin la cual no abandonarían el encierro- «la supresión del cupo de profesores y la salida de todas las plazas escóndidas, permanencia en Cantabria de todos los propietarios provisionales y adjudicación pública de las plazas». Otro escrito posterior llamaría al delegado «déspota y autoritario», y calificaría de «guarida» a la Delegación del Ministerio, custodiada por la Policía Nacional, pidiendo su dimisión y denunciando también a la Diputación regional.

Pero no son estos los problemas mayores de la enseñanza en la región. Una contextura geográfica montañosa, algunos pueblos sin carretera, la tremenda dispersión del habitat en la zona pasiega, donde el analfabetismo es escandalosamente alto, y la tradicional buena prensa de la enseñanza privada, que favoreció su desarrollo, en detrimento de la pública, comportan un panorama que no se corre,sponde con el nivel y la calidad de vida de Cantabria. No hay que olvidar que en la hoy provincia de Santander, con menos de medio millón de habitantes, hay 102 ayuntamientos, algunos de los cuales no llegan al centenar de habitantes. Otros, como el de Tresviso, no tienen carretera, y los demás, especialmente los montañosos, cuentan con pueblos a los que es muy difícil llegar en invierno. El caso de Liébana, en los Picos de Europa, es significativo: unos veinte pueblos no tienen escuela, otros tantos carecen de carretera y la mayoría están alejados de cualquier línea de comunicación regular, sin que por ello se haya ido a la concentración escolar hasta este año, ni a una escuela-hogar suficiente para cerrar las muchas escuelas montañosas, que a veces no cuentan con más de media docena de alumnos.

Concentración irremediable

Con este panorama de pueblos muy pequeños, montañosos y dispersos parecería que las concentraciones son el único remedio. Pero no. Son, en efecto, la solución económicamente rentable, pues suponen un costo social muy grande y tienen un rechazo también considerable. En primer lugar, existe el desarraigo de los niños que no pueden regresar a casa todos los días en las zonas montañosas, que son, precisamente, las de mayor éxodo rural, aunque su nivel económico no es bajo.

También existe el rechazo de los padres que temen accidentes de carretera, el anteriormente citado desarraigo de sus hijos y, como causa o efecto de lo anterior, el que éstos no les ayudarán en las muchas horas libres que ofrece el calendario escolar. A pesar de todo, el esfuerzo del Ministerio de Educación ha sido en estos años muy grande y las concentraciones escolares realizadas o previstas cubren prácticamente toda la geografía regional. Es decir, una docena de concentraciones y, de momento escuelas- hogares en Liébana, Molledo, Castro Urdiales y Santander. El número de niños concentrados asciende a 14.000 para diecisiete colegios nacionales, es decir, el 85%, quedando cerca de 6.000 todavía en escuelas incompletas.

Tampoco en las zonas urbanas la situación escolar es buena. A las declaraciones de alcaldes y responsables del Ministerio en el sentido de que sobran plazas, contestan invariablemente los vecinos y los partidos que sí, pero que están mal repartidas. Así el caso de barrios de Santander, con 20.000 habitantes (Marqués de la Hermida, barrio pesquero, por citar el caso más polémico), que no cuentan con escuela pública alguna y los privados que existen se localizan en pisos-colmena, sin espacios verdes ni zonas de recreo. Una escuela pública, cuya primera piedra sobre solar municipal pusieron en su día los gobernantes republicanos, pasó en ese barrio a «propiedad» de unos frailes, que levantaron una iglesia, y de un rico propietario, que construyó cuarenta pisos. No es de extrañar, ante semejante situación, que a los actuales concejales les hayan abrumado con cartas de recomendación para colocar a los hijos de sus amigos en el centro escolar más cercano. «A mí desde que estoy aquí no me han molestado nada más que para eso, y es curioso pero mis hijos tampoco están entre los seleccionados: tienen que coger el autobús y viajar casi al otro lado de la ciudad», decía uno de esos concejales. Lo malo del caso es que Santander es una ciudad de casi siete kilómetros de largo.

Otro caso es si el padre quiere pagar una cuota escolar o que sus hijos vayan a un colegio privado. En principio, no tendrá problemas, El 60 % de los puestos de preescolar son privados (5.889 alumnos, frente a 3.547 que acuden a escuelas estatales), mientras que en EGB la situación mejora un poco: prácticamente privados y colegios estatales se reparten los 69.185 alumnos de la región. De los centros privados el 80% están acogidos a subvención: unos quinientos millones de pesetas el año pasado. Para este curso entran en funcionamiento 10.800 nuevos puestos escolares de EGB, y 2.720, de preescolar. Un maestro por cada 45 niños (veintiocho es la cifra ideal según la Unesco) cierra el panorama escolar, que completar diecisiete institutos de bachillerato con 11.000 alumnos, y otros 3.000 que acuden a privados, y 44 centros de formación profesional, de lo que nada menos que 39 son privados, principalmente en manos de religiosos. En total, 15.814 alumno de profesional.

Ese predominio de la enseñanza privada respecto a la estatal, con una acusada presencia de los colegios de frailes, determina también el panorama sindical en el campo de la enseñanza. Sindicatos independientes dominan el sector con presencia, en aumento, de las dos centrales mayoritarias en Cantabria: UGT y CCOO.

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