Debate público sobre Euskadi
Me hallo en Euskadi tratando de concretar aspectos del comportamiento humano que inciden en situaciones de fricción y violencia. Soy hombre de ciencia, no soy político. Lo que trato de hacer no es un informe para nadie, sino un estudio abierto, que cualquiera podrá leer.Todavía me encuentro lejos de la redacción de dicho estudio. No obstante, entre las conclusiones o sugerencias, tenía ya anotado la conveniencia de que se intentase, por televisión, un diálogo público entre las figuras más representativas de los cuerpos en conflicto. Se me han adelantado el Partido Nacionalista Vasco y Herri Batasuna. Perfecto.
Supongo que HB y PNV tratarán, si se lleva a cabo, y ojalá que así sea, de ganar votos o no votos. Esa es la política. Pero más allá, o más acá, de ello, lo que a todos debe interesar es oír argumentos serios, esenciales, de peso. Para que ello suceda son indispensables varias cosas:
1. Que ambas partes sepan que hay suficiente tiempo de televisión, pero no tiempo ilimitado.
2. Que sea pronto, lo antes posible. Ambas partes deben de poseer ya ideas claras y no deben necesitar, para lo que todos deseamos oír, mayor preparación, que fácilmente puede caer o desviarse hacia un acopio de datos no centrales.
3. Que cada parte esté únicamente compuesta de un máximo de tres representantes. Más es ya una asamblea que se puede perder en puntualizaciones y acotaciones que desvirtúen las esencias.
4. Que ambas partes estén de acuerdo en no recurrir a lo personal, a lo irónico, a lo excesivamente vehemente, a los ejemplos particulares,etcétera.
5. Que exista un moderador verdaderamente imparcial, con la autoridad, admitida por ambas partes, de incluso cortar la palabra cuando considere que se está excediendo en el tiempo, reiterando en demasía un argumento, saliéndose del centro del tema...
6. Que,suceda lo que suceda, nadie puede levantarse y partir.
7. Que la emisión por televisión pueda ser vista y oída en toda la Península, y, a ser posible, en Euskadi norte.
Perdón por molestarle de nuevo, pero, más allá, mucho más allá de lo que logre extraer de mi estudio, está la realidad, que ya he tocado, de que existe, con la exacerbación de ánimos, una cierta incomprensión de lo que es tan válido y use para «el otro» como la postura propia. Si a través de su intervención -de EL PAIS- se logra una mayor comprenIón e información directa, se habrá dado, pienso, un paso positivo.
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