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Irán, convertida en una dictadura islámica

Seis meses después de que el ayatollah Ruhollah Jomeini regresara del exilio para encabezar la revolución que derrocó a la monarquía en su país, Irán vuelve a agitarse. Las minorías árabe y kurda exigen autonomía. Los grupos políticos de oposición se han visto obligados a: volver a la clandestinidad.La prensa, que disfrutó de un breve período de libertad tras el derrocamiento, en febrero pasado, del sha Mohammed Reza Pahlevi, vuelve a estar amordazada y sólo las publicaciones que dan su adhesión a una estricta línea islámica pueden seguir apareciendo. Al menos 44 publicaciones han cerrado debido a una nueva ley de prensa, que prohibe criticar a los dirigentes religiosos o gubernamentales y a la revolución islámica.

El Gobierno provisional del primer ministro Melidi Bazargan, que militó en la oposición contra el sha durante un cuarto de siglo, se ha visto prácticamente privado del poder por el clero musulmán y los guardianes de la revolución que dirigen el país.

La oposición política no ha conseguido nada con sus acusaciones de fraude electoral en el referéndum que en marzo pasado aprobó que Irán se convierta en República Islámica y la elección el 3 de agosto pasado de una asamblea de expertos que se encargaran de redactar una nueva Constitución. Miembros del clero y otros musulmanes conservadores obtuvieron unos sesenta de los 73 escaños, con lo que quedó asegurado que la Constitución se ajustara a los preceptos islámicos tal y como Jomeini los interpreta.

Y los tribunales revolucionarios presididos por miembros del clero musulmán hicieron ejecutar a más de 450 personas -funcionarios, oficiales del Ejército y de la policía del régimen monárquico, prostitutas, adúlteros, homosexuales y personas declaradas culpables de actividades contrarrevolucionarias.

Muchos enemigos

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«En vez de ganarse amigos, este régimen se ha buscado más enemigos en seis meses de lo que el sha consiguió granjearse en 35 años», declaró hace poco un burgués iraní.

Políticos jóvenes como el ayatollah Matin-Daftari, han tenido que ocultarse por temor a ser encarcelados.

Matin-Daftari fue uno de los fundadores del Frente Nacional Democrático (FND), principal grupo de oposición política al sha, cuya ayuda Jomeini aceptó de buen grado en los días de la revolución, pero que actualmente ve limitadas sus actividades. También es nieto de Mohammed Mossadegh, el primer ministro progresista que gobernó Irán de 1951 a 1953 y que nacional , izó los intereses extranjeros, mandó al exilio al sha y posteriormente fue depuesto por un golpe de Estado militar organizado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana. Mossadegli, fallecido en 1961, sigue siendo un héroe para muchos.

Sólo el Partido Republicano Islámico, fundado y apoyado por el clero chiita tras la revolución, goza de plena libertad para perseguir sus objetivos. Los grupos políticos opositores afirman que la influencia creciente del clero y del Partido Republicano Islámico es un síntoma de que Irán se está convirtiendo en un «sistema teocrático de partido único ».

Pero la mayor amenaza contra Jomeini procede del noroeste de Irán, donde los combates entre los kurdos, que son la principal minoría étnica del país.

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