Discusión televisada en Francia sobre la impotencia sexual
La televisión francesa se adentró anteanoche en uno de los terrenos que aún le estaban prohibidos: la impotencia sexual. Con todas las precauciones de rigor (una hora tardía de la noche, el cuadradito blanco que alerta para enviar a los adolescentes a la cama), las más altas autoridades, médicos y psicólogos, complementados por el testimonio de los interesados, les hicieron ver a los franceses que las dificultades sexuales procedentes de la impotencia no son fatales, ni mucho menos.De hecho, esta primera manifestación pública de lo que aún constituye un tabú para la gran mayoría de los franceses dejó sobre la mesa una polémica que resume el aspecto más amplio de la impotencia sexual: de un lado, el director del Instituto de Sexología, doctor Wainberg, como se ha creído siempre, estima que la inmensa mayoría de los casos de impotencia se debe a razones de orden psicológico. En consecuencia, los éxitos conseguidos en este país durante los últimos años por el doctor Subrini, urólogo de Montpellier, y que fueron presentados en la pequeña pantalla, sin dejar de ser interesantes, afectan a pocas personas.
En efecto, se hace una distinción clara entre los trastornos sexuales con causas orgánicas y los que resultan de un bloqueo psicológico. Para remediar los primeros (la impotencia orgánica es de origen arterial), el doctor Subrini, desde principios de 1970, ha puesto en circulación un sistema de nuevas prótesis que resuelven prácticamente el problema de la erección en los casos de impotencia orgánica. Se trata de dos cilindros de silicona, de diez milímetros de radio, con una parte suave y otra rígida. El sexo debe ser orientado manualmente, pero la erección queda garantizada casi siempre: durante los últimos seis años el doctor citado realizó 110 operaciones de implantación de estas prótesis y sólo se ha registrado el 8% de rechazos graves. En los demás casos los operados presentes en la emisión afirmaron que su satisfacción era total. Un estudio sobre estas experiencias revela que las mujeres se dicen satisfechas en una proporción menor. Varios de los pacientes-testigos declararon también que su vida conyugal se había salvado gracias al sexo de recambio. Una señora exclamó: «Nosotros salimos del infiemo.»
El problema en estos casos no parece sea terapéutico. Pero ocurre, según defendieron los expertos, que sólo una ínfima mayoría de los impotentes sexuales lo es por motivos orgánicos. El origen psicológico aún continúa siendo predominante, y en este terreno, la terapia ni ha avanzado tanto ni es fácil en sí.
El ya citado doctor Wainberg, a la vista de la evolución científica, con asentimiento relativamente general, concluyó que muy posiblemente la solución de la impotencia sexual (de hombres o de mujeres) reside en vulgarizar la idea según la cual el coito no es determinante ni necesario para que se realice el equilibrio entre dos personas. El diálogo físico, subrayó el director del Instituto de Sexología, puede operarse gracias a muchos métodos que no son el coito. Para esto habría que revisar ciertas nociones de la moral y de la educación.
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