Los mil días de Raymond Barre, un fracaso para Ia mayoría de los intereses
La frase «Barre ha fracasado» es el regalo que le ofrecen al primer ministro francés la gran mayoría de sus conciudadanos para celebrar el tercer cumpleaños de su gestión, iniciada en agosto de 1976. Al mismo tiempo, la oposición de izquierdas y los sindicatos pretenden canalizar el descontento general producido por la baja del nivel de vida. Ayer, por primera vez desde hace dos años, el líder comunista, Georges Marchais, se manifestó dispuesto a colaborar con los socialistas.
Hace tres años, Raymond Barre les pidió a los franceses tres años para salir de la crisis. Pasado mañana terminará el plazo, pero la opinión ha adelantado el balance: «el más grave fracaso de la política francesa tras la última guerra mundial», sentenció el líder socialista, François Mitterrand, al que han coreado durante las últimas 48 horas los comunistas y sindicatos. Sólo los giscardianos (los gaullistas también son críticos) defienden al «mejor economista de Francia», según lo definió el presidente de la República, Valéry Giscard d'Estaing, para presentarlo como primer ministro.
Los expertos económicos, incluso los favorables al Gobierno, no son menos severos con el señor Barre. Toda la estrategia políticoeconómica de este último, a lo largo de estos tres años, apuntaba a un objetivo supremo: estrangular la inflación, que, en su opinión, es la causa de todos los males, es decir, del déficit comercial, del paro, así como de la. degradación de las inversiones y de la moneda.
La prensa pasa la factura
Al término del plazo solicitado, toda la prensa de ayer y anteayer, le pasó la factura a Barre en términos espectaculares y negativos: la inflación, de una media del 9,8% durante estos años, alcanzará probablemente el 11% al final de 1979. El paro ha aumentado más del 40% y, actualmente, el 1.400.000 personas desempleadas representan un récord histórico. El producto nacional bruto, del 4,7% en 1976, ha pasado al 2,8%. La balanza comercial era el único capítulo positivo, pero las nuevas subidas de petróleo anuncian ya 12.000 millones de francos de déficit para finales de año.La oposición de izquierdas y los sindicatos no ofrecen ninguna fórmula creíble de recambio, pero el fracaso de la política económica del Gobierno parece haber resucitado en ellos las mejores intenciones. Los comunistas habían anunciado su decisión de «unirse con el diablo» para luchar contra la política Giscard-Barre. Una unión que sería de acción de la base y no el resultado de acuerdos en la cumbre. El lunes último, el jefe socialista, señor Mitterrand, respondió positivamente al invitar a sus militantes a desarrollar la acción en la base y propuso «una izquierda do salud pública». Ayer, por fin, el señor Marchais, por primera vez desde hace dos años, no injurió al señor Mitterrand y se dijo dispuesto a «colaborar con los socialistas en la base».
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