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CIUDAD REAL: ÚLTIMA CORRIDA DE FERIA

Miuras de saldo y escándalo

Eduardo Miura envió a Ciudad Real un saldo de toros que no era de recibo. Estos toros los tenía apartados Miura con el fin de sustituir, en el caso de accidente, a otros toros que mandaba a las grandes ferias. Como el ganadero ha iidiado toda su camada, se pudo dar esta corrida. Pues bien, el re sultado no ha podido ser más deslucido. Toros de poca presencia, escasos de pitones, sin fuerzas, y lo que es peor, sin casta. En la muleta, salvo el tercero, que tuvo peligro, fueron nobles como borreguitos.Así las cosas, en el cuarto saltó el escándalo. El miura, terciadito, mocho y totalmente derrengado, fue protestado con fuerza por el público; la presidencia hizo caso omiso de la protesta y mantuvo a la res en el ruedo. El broncazo fue de campeonato, hubo lluvia de almohadillas y miles de botes de cerveza lanzados a la arena. En fin, que el final de la feria, en cuanto a toros, no ha podido ser más decepcionante.

Plaza de Ciudad Real

Ultima corrida de feria. Toros de Eduardo Miura, mal presentados, desiguales, romos, flojos, sin casta. El primero, muy chico, devuelto a los corrales por derrengado. El sobrero, de Bernardino Jiménez, con trapío, tuvo genio. Calatraveño: vuelta y silencio. Roberto Domínguez: palmas y saludos y oreja. Sánchez Puerto: Silencio y oreja. Hubo gran bronca a la presidencia después de arrastrar el cuarto toro por no devolverlo a los corrales.

Calatraveño salió muy nervioso con el primer miura y estuvo a punto de ser empitonado contra las tablas. Luego cayó ante la cara del toro y fue arrollado de nuevo. Menos mal que el toro estaba derrengado y fue devuelto a los corrales. Con el sobrero, de Bernardino Jiménez, estuvo muy valiente en las verónicas de recibo, en las que ganó terreno y remató en los medios. Comenzó con la muleta embarullado, molestado por las zapatillas se descalzó y por arte de magia se tranquilizó. A partir de ahí el bravo torero cuajó derechazos mandones. Fue capaz de someter al toroque embestía con genio y derrotaba al final de cada pase. Incomprensible mente, sus paisanos estuvieron con él muy exigentes y no pidieron la oreja que, sin duda, mereció. Al cuarto, el toro del escándalo, lo mató con brevedad tras un intento absurdo de hacer faena.

A Sánchez Puerto le tocó el único miura que fue miura, el tercero, un toro largo y zancudo, manso y peligroso, fue picado a duras penas. Sánchez Puerto no se confió con él. En el sexto toreó bien de capote, por verónicas y chicuelinas rematadas con media verónica. Con la muleta tardó en centrarse, pues el toro iba muy noble de largo. Cuando lo entendió así realizó una faena reposada, variada y torera, en la que destacaron los naturales con la suerte cargada y los adornos finales.

Roberto Domínguez estuvo una vez más soporífero, ventajista y afectado. Su actuación no tuvo interés alguno.

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