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Las fuerzas vascas, contra el rechazo del Estatuto por Herri Batasuna

Aunque ayer bajó la Bolsa en Bilbao -confirmando así las impresiones de quienes en los medios económicos se negaron a echar las campanas al vuelo por la subida de la víspera-, un cierto clima de euforia se mantenía ayer en el País Vasco, veinticuatro horas después del acuerdo sobre el Estatuto de Autonomía. Ese clima era patente en el mitin que, bajo la presidencia de Carlos Garaicoetxea y otros líderes políticos vascos, reunió ayer a un millar de trabajadores en los comedores de la empresa Babcock & Wilcox.

«He desechado todos los compromisos que tenía por mi interés en venir a defender el Estatuto de Guernica precisamente aquí», comenzó por afirmar el presidente del PNV. «Aquí», opinaría poco después el también peneuvista Angel Larrañaga, «se ha formado, en torno al Estatuto y sin los aspavientos de los grandes pactos, casi en silencio, un auténtico frente, un frente amplísimo que debe mantenerse durante todo el período de reconstrucción nacional de Euskadi». Mario Onaindía se mostraría de acuerdo medias, ya que «si es cierto que lo que aquí ha triunfado es una política nacional», entre las ventajas del Estatuto está la de «posibilitar un planteamiento abierto de interés de clase contrapuesto, sin el matiz permanente de la cuestión nacional».En lo que sí hubo acuerdo de todos los oradores fue en el rechazo de los argumentos avanzados por Herri Batasuna para rechazar el Estatuto: « El pretender comparar la firma del texto de Guernica con el abrazo de Vergara implica ignorar que en 1841 de lo que se trataba era precisamente de conducirnos a la fuerza hacia un estado centralista y jacobino, mientras que ahora acabamos de poner la primera piedra hacia un modelo de Estado totalmente distinto, basado en el autogobierno de los pueblos. »

El socialista Ricardo García Damborenea centró su intervención en las razones por las que los trabajadores deben apoyar el Estatuto: «en primer lugar, porque consolida la democracia en todo el país; en segundo lugar, porque es el primer paso hacia una estructuración diferente de Estado, y en tercer lugar, porque es la condición para poder abordar los problemas en su verdadera dimensión, sin el prisma distorsionador de la cuestión nacional». Por todo ello, concluyó Damborenea, «no basta con aprobar el Estatuto, sino que es preciso que el 80% o 90% de la población lo apoye en el referéndum. Si no, incluso sí se aprueba por una pequeña mayoría, será papel mojado».

El secretario general del PC de Euskadi, Roberto Lertxundi, aun comprometiendo el apoyo incondicional de su partido al texto que se someta a votación en el Parlamento, fue el único orador que resaltó las divergencias que mantiene con el texto, y que se convertirán en propuestas de enmienda.

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