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Los atracadores de la calle de Caspe despistaron a la policía barcelonesa

Los dos atracadores del Banco Hispano Americano de la calle de Caspe, de Barcelona, lograron burlar el amplio dispositivo policial montado en torno a la ciudad para impedir su huida una vez que abadonaron el banco y pusieron en libertad a sus rehenes. El montaje de la policía y la Guardia Civil en torno a Barcelona fue retirado en la tarde de ayer, y sólo el grupo antiatracos de la Brigada Criminal se encarga ahora del rastreo.

Tras mantener en su poder a nueve rehenes por espacio de veintitrés horas, los dos atracadores, Luis López Baena y Rodrigo Fernández Fernández, lograron salir de la entidad bancaria en un coche proporcionado por la policía, llevando como rehenes al abogado José Sainz y al jefe de la Brigada Criminal, Angel Ignacio García.Los dos rehenes serían liberados por los dos delincuentes para proseguir su huida, en solitario, a bordo de un automóvil Chrysler 150, robado a su propietario a punta de pistola en plena avenida Meridiana, una de las vías de salida de Barcelona hacia Gerona y Francia.

Sobre las nueve y media de la mañana de ayer, los dos atracadores accedieron a salir de la sucursal bancaria siempre que les acompañaran dos rehenes y dispusieran de un coche con abundante gasolina. A ello se ofrecieron el jefe de la citada Brigada Criminal y el abogado señor Sainz, quien durante el largo encierro de los atracadores realizó la función de mediador entre ellos y la policía.

Según declararía poco después el jefe superior de Policía de Barcelona, José María Callejas, se accedió a las peticiones de los atracadores para evitar que la situación -tras veintidós horas de enorme tensión- degenerara en un enfrentamiento que pudiera poner en peligro la vida de los nueve rehenes.

Así se puso a disposición de los delincuentes un coche de la policía -Seat 124 de color butano- y en él huyeron atracadores y rehenes en dirección a la autovía de Gerona a Francia. A la altura de la avenida Meridiana, cruce con Felipe II, los atracadores abandonarían a los rehenes y tomarían, a punta de pistola, un nuevo automóvil -un Chrysler 150 de color rojo-, tras hace descender de él a su propietario.

Desconexión policial

En los momentos iniciales de la huida hubo cierto desconcierto, nerviosismo y desconexión entre las distintas fuerzas policiales que habían mantenido el largo cerco en torno a la entidad bancaria. Un miembro de la Brigada Antiatracos salió en persecución del coche de los atracadores a bordo de una moto de gran cilindrada. Sorprende ntemente, fue interferido y obligado a detenerse por dos números de la Policía Nacional. Varios inspectores de la Brigada Antiatracos, tras un forcejeo con los citados policías nacionales, lograron que pudiera continuar la persecución al cabo de unos minutos.

Inmediatamente se establecieron numerosos controles de la policía y de la Guardia Civil en las salidas de Barcelona, al tiempo que un helicóptero de la Agrupación de Tráfico sobrevolaba las rutas que conducen a Gerona y Francia. Sobre las dos de la tarde, noticias confusas de la policía hablaban de que los atracadores se dirigían a Gerona por una carretera comarcal cercana a la localidad de Sabadell. Sin embargo, esta información no pudo ser confirmada oficialmente debido a la discreción con que la Jefatura Superior de Policía proporcionaba las informaciones con el fin de no entorpecer la persecución.

Trágica verbena

Diversos medios informativo señalaban ayer en sus crónicas el suceso de las lamentable anécdotas que se sucedieron a lo largo de las veintitrés horas que duró el asedio policial al banco corroborando así la opinión que agentes y autoridades policiales habían sustentado en el mismo lugar de los hechos.

En concreto, se señalaba la actitud morbosa y que en aquellos momentos llegó a entorpecer la labor policial el numeroso público -llegó a haber unas 2.000 personas- que acudió al lugar, ávido de obtener un puesto de primera fila en el supuesto espectáculo. La policía hubo de emplearse a fondo en determinados momentos para impedir el paso de los «espectadores».

Igualmente hubo de desechar la colaboración espontánea de individuos que pretendieron tener la solución para terminar con la angustiosa situación.

Los "persuasores"

Así llegó a presentarse ante los mandos policiales un sujeto que aseguraba tener la fórmula para que los atracadores se entregaran, llegando a manifestar que su convivencia con los lamas le había conferido poderes persuasivos que le permitían convencer a los delincuentes. Otro de los «espontáneos» basaba sus supuestas dotes de convicción en que los atracadores, al igual que él, «eran andaluces».

Finalmente hay que señalar que algunos policías, así como el jefe de seguridad del banco, se mostraron particularmente molestos con el tratamiento que algunas emisoras radiofónicas daban del tema. En concreto, cuando una emisora logró contactar con los atracadores y rehenes por radio, llegaron a preguntarles cómo se había dado la alarma. Ello, en opinión del jefe de segundad del banco, ponía en peligro a los rehenes o, cuando menos, les exponía a represalias por parte de los atracadores.

«Igualmente negativo», manifestaron a EL PAIS fuentes de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, «es que en los contactos que se han establecido por radio con los atracadores se les llama "señores" o se les desea "suerte". Ello les da confianza, se creen populares y, en definitiva, alargan el fin de esta situación. Más que un favor, fue una intromisión. Si no llega a ser por la radio, los atracadores se hubieran ablandado antes.»

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