Cuarto aniversario de la muerte de Ridruejo

Los familiares y amigos de Dionisio Ridruejo se reunirán hoy, a las nueve de la noche, en la parroquia del Perpetuo Socorro, de Madrid (Manuel Silvela, 9), para rendir un homenaje al poeta en el cuarto aniversario de su muerte.Un sencillo acto religioso -una misa- en recuerdo de «ese gran ausente de la democracia», como le llamaría Pedro Laín Entralgo, traerá una vez más a la memoria de los españoles el espíritu de un poeta comprometido con su tiempo y que, ante todo, dio un «impresionante ejercicio de honestidad intelectual y moral».

No habrá versos esta vez. No estará ese último poema que firmara Dionisio: «Hoy un dolor, apenas con latido / me acerca al ala tibia de la muerte / dulce y sin trascendencia. / Nada quiere el colmado pensamiento; / ni vivir ni morir les apetece / al barro y al espíritu, y remonta / su vuelo la unidad arrebatando / mi nombre entre las garras.» Tan sólo una misa en la que la Coral Telefónica-Madrid interpretará motetes de la polifonía religiosa del siglo XVI, Guerrero, Van Berchem y Tomás Luis de Victoria.

Dionisio Ridruejo (Burgo de Osma, 12 de octubre-, Madrid, 29 de junio de 1975) ha pasado al mundo de la cultura principalmente por su producción poética, pero también por su singular trayectoria personal. Falangista en los años de guerra y primeros de dictadura, superó rápidamente esta etapa de abandono del poder y acercamiento al mundo de los vencidos mediante una doble vía: tanto a través de la reflexión teórica (artículos y trabajos ir telectuales) como mediante la lucha práctica contra un sistema del que se había apeado cuando ni se divisaba siquiera la posibilidad de su desaparición. A causa de esta actitud sufrió persecución incluso después de su muerte, ya que se prohibieron homenajes póstumos a su persona. Su talla como poeta quizá queda aclarada en aquella expresión suya: «Prefiero dejar memoria de un gesto, a dejar memoria de un poema. Considero más importante ser recordado por mis hechos que por mis versos.»