Esta carta,
señor director es, sobre todo, una llamada al sentido práctico de aquellos organismos y poderes que muy bien pudieran aliviar el enorme tributo que estos días se ve obligado a pagar el inocente pueblo llano de Nicaragua.A este pueblo, hoy, le sobran las palabras y los tratados y las organizaciones internacionales, porque lo que le falta es el agua, los medicamentos más necesarios, la menor seguridad.
Nada mejor que organizar la evacuación de la colonia española residente en esa república centroamericana con los medios que mejor ofrezcan su seguridad, y hacer lo propio respecto a otras representaciones como la mexicana. Pero ¿qué pasa con los nicaragüenses? Da la impresión de que el decoro queda a salvo dejándoles ahí, solos con su triste suerte. Todos los países van cumpliendo con sus planes para desalojar Nicaragua y quienes están amparados por ellos aún conservan la esperanza. A los nicas que no tienen esta suerte, y para quienes no están realizándose planes semejantes, tan sólo les queda la terrible incertidumbre de lo que pueda pasar.
No soy el único español casado con súbdita nicaragüense que está viviendo la angustia de la última información y no puede hacer nada que permita abandonar ese país aunos familiares queridos.
¿Sería posible acelerar la propia evacuac,ión de españoles para atender a la de tantos nicaragüenses que tienen un lugar donde ir fuera de aquella masacre?
¿Sería posible disponer de un vuelo especial que atendiera específicamente la salida de los nicaragüenses?
¿Podrían estos servicios, al mismo tiempo, proporcionar a la Cruz Roja nicaragüense medicamentos y alimentos que permitieran acometer un mínimo plan sanitario?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.